Mi Señor y Dios,
no tengo idea hacia dónde voy.
No veo el camino delante de mí.
No puedo saber con certeza dónde terminará.
Tampoco me conozco realmente,
y el hecho de pensar que estoy siguiendo tu voluntad
no significa que en realidad lo esté haciendo.
Pero creo que el deseo de agradarte, de hecho te agrada.
Y espero tener ese deseo en todo lo que haga.
Espero que nunca haga algo apartado de ese deseo.
Y sé que si hago esto
Tú me llevarás por el camino correcto,
aunque yo no sepa nada de ello.
Por lo tanto, confiaré en Ti siempre,
aunque parezca estar perdido y a la sombra de la muerte.
No tendré temor porque estás siempre conmigo,
y nunca me dejarás para enfrentar yo solo mis peligros.
(La Oración de Merton - Thomas Merton, 1915-1968)
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