5 Dias Con Las Lamparitas

5 Dias Con Las Lamparitas

Miércoles, octubre 3 del 2012

Acabo de pasar unos 5 días maravillosos con un grupo de 11 mujeres maravillosas (bueno, incluyéndome a mi – jajaja!). Somos las esposas de los hombres que hacen parte del grupo de los Coordinadores Fundadores de las Escuelitas de Exposición Bíblica en Colombia, y que una vez al año se reúnen en un chalet que se llama La Lamparita. Mejor dicho, como lo simplificó un amigo, somos “Las Lamparitas” – y esta vez, nos reunimos nosotras. ¡Qué gran bendición de Dios fue nuestro tiempo juntas!

Venimos de 3 países distintos (Colombia, Canadá y Perú) y 7 ciudades diferentes. La mayoría somos pastoras de iglesias, algunas laboran en ministerios de enseñanza y consejería, y otras se desempeñan en trabajos seculares. Todas somos mujeres con mucho liderazgo en las iglesias donde asistimos y ministramos. Pero todas también somos mujeres comunes y corrientes, con alegrías y tristezas, con luchas y desafíos. ¡Qué gran regalo de Dios fue poder compartir de corazón a corazón las unas con las otras!

Para mí, fue tan enriquecedor conocerlas más, escuchar de los triunfos y de los sufrimientos de cada una, reírme y llorar con ellas, y darme cuenta una vez más que yo no estoy sola en mis conflictos y en mis agonías. En el corazón de cada una hay batallas por pelear y ganar, caídas de las cuales nos tenemos que levantar, heridas que debemos sanar, fuerzas para recobrar. Todas tenemos sueños sin realizar, anhelos sin cumplir, cosas y situaciones y aun nosotras mismas que quisiéramos ver cambiadas y transformadas. Pero qué rico estar con unas mujeres que escuchan, que no evalúan ni juzgan, que solo entienden y aman y oran - ¡que regalo de Dios para nuestras vidas! 

En los 5 días que estuvimos juntas, y a través del “Lectio Divino”, estuvimos atentas y compartimos lo que Dios nos quería hablar a través de Su Palabra. Un día, a solas y en grupo, meditamos en Mateo 11:25-30:

“En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó. Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.”

Leyendo y meditando, orando y luchando yo con Dios, entendí que a Él le agrada ver que las cosas en mi vida se pongan al revés de lo que el mundo o yo misma esperaría.  Porque quizás solo cuando mi vida se voltea “patas arriba” puedo ver cuán trabajada y cansada estoy – puedo entender cuanto necesito una nueva y fresca revelación de Dios en mi vida – puedo comprender cuanto me urge, no tanto relajarme con unas vacaciones o un spa, sino más bien me urge conocer a Dios Padre y Dios Hijo para que verdaderamente descansa mi alma. Al conocerlos en Su mansedumbre y en Su humildad de corazón, al conocer Su yugo fácil y Su carga ligera, mi alma encontrará el verdadero reposo.

¡Gracias a Él, la invitación de venir a Él para descansar del trabajo y de las cargas es para todos! Yo, como todas “Las Lamparitas”, decidí aceptar la invitación, y con lágrimas pero también con gratitud rendí mi corazón una vez más a Sus pies, aceptando mi mundo al revés, reconociendo mis cargas y mi cansancio, pidiendo que Dios se revelara a mi vida para conocerlo más, y recibiendo el descanso del alma que me quería regalar.

Como dice el Salmo 62:1 y 5 = “En Dios solamente está acallada mi alma; de él viene mi salvación … Alma mía, en Dios solamente reposa, porque de él es mi esperanza.”

Y como dice el Salmo 23:1 y 2 = “Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará.”

Así fue nuestro tiempo en La Lamparita: nada nos faltó – descansamos en lugares de delicados pastos – Dios, nuestro gran Pastor, nos pastoreó junto a aguas de reposo. A pesar de las aflicciones y las tribulaciones en nuestras vidas, nuestras almas se pudieron acallar y reposar en Él, porque Él es nuestra salvación y nuestra esperanza.

Mis amadas “Lamparitas”: le doy infinitas gracias a Dios y mil gracias a cada una de Uds. por la inmensa bendición que fue para mí nuestro tiempo juntas. Como ya les escribí, lo repito porque es verdad: “Cada una de Uds. es valiosa y preciosa en los ojos de Dios, y en mi corazón.”
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