Contentamiento

Contentamiento

Jueves, octubre 11 del 2012

En mi última reflexión, compartí sobre la gratitud – porque era el Día de Acción de Gracias en el Canadá, y me inspiré meditando en y escribiendo sobre el agradecimiento a Dios.

Ese día, como no pudimos comer pavo con relleno y salsa de arándano, decidimos salir a almorzar algo especial en familia. Lo “especial” resultó siendo un vaso entero de limonada accidentalmente vertido sobre Ruben de cabeza a pies, todos regresando a casa para que Ruben se cambiara a ropa seca, y decidiendo quedarnos para almorzar “sobrados” del día anterior. Hmmm … ïŒ. Pero, sentados allí en el comedor comiendo lo que había, mi corazón se llenó de gratitud a pesar de la salida fracasada: estábamos vivos, estábamos sanos, estábamos juntos – quizás no teníamos un banquete exquisito para disfrutar para ese día en particular, pero teníamos suficiente comida buena para llenarnos. ¡Cuántos en este mundo no estarían más que satisfechos y plenos con solo eso!

Y pensé en el contentamiento: “la habilidad de darse por satisfecho y pleno más allá del entorno, sea éste favorable o adverso” – “una satisfacción interior que no exige cambios en circunstancias externas”. “El contentamiento … es el uso agradecido, fiel y fructífero de lo que tenemos, sea poco o mucho”, dijo Maltbie Babcock, un escritor del siglo XIX. Así es. Y me di cuenta que, aun almorzando solo “sobrados” en el Día de Acción de Gracias, yo estaba contenta y mi corazón estaba agradecido.
 
Dijo el apóstol Pablo en la Epístola a los Filipenses 4:11-13 acerca del contentamiento = “… he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia … Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.”

El contentamiento no es algo que viene natural ni fácil al ser humano. A partir de la primera tentación en el Huerto del Edén, cuando la serpiente incitó a Eva a desobedecer el mandato de Dios, cuando le hizo ver que el árbol de la ciencia del bien y del mal era “bueno para comer” y “agradable a los ojos” y “codiciable para alcanzar la sabiduría”, y cuando la instigó a comer de él; cuando la engañó a no contentarse con lo que Dios le había permitido, y  la sedujo a que anhelara más – a partir de ese momento el ser humano ha estado luchando con el contentamiento.

Dios nos ha dado todo para apreciar y disfrutar, para ser saciados y satisfechos. Pero nuestra naturaleza humana caída siempre piensa en más, siempre quiere más. Naturalmente, nunca se contenta con lo que ya posee – siempre desea otra cosa más que todavía no tiene. Nunca se siente pleno con lo que Dios ha provisto y permitido – siempre se siente tentado a codiciar el fruto prohibido.

“Aparentemente, todas las generaciones elevan la norma respecto al contentamiento. Con cada avance tecnológico, parece que necesitamos más y más cosas para estar satisfechos … Sin embargo, las normas del verdadero contentamiento no conocen el calendario … El secreto del contentamiento se halla en Jesucristo, no en los inventos del hombre, las comodidades, los juguetes tecnológicos, la riqueza ni la diversión. Consiste en aceptar lo que Dios nos ha dado y, con Su fortaleza, aprovechar todo al máximo.” (Nuestro Pan Diario 2012)

Además, dice Pablo que ha “aprendido” a contentarse. El ser humano no nace contento, no tiene una habilidad innata de sentirse satisfecho y pleno cualquiera que sea su situación. Es un aprendizaje diario; y antes aun de eso, es una decisión de querer aprender a contentarse, porque la avaricia y la codicia son sentimientos muy fuertes en el ser humano, y uno tiene que querer irse en contra de ellos.

Dijo Henry Kissinger, antiguo Secretario de Estado de los EEUU: “Para los estadounidenses, la tragedia consiste en desear mucho algo y no obtenerlo. Pero mucha gente ha tenido que aprender … que tal vez la peor de las catástrofes es desear mucho algo, obtenerlo y descubrir que no satisface.”

Aprender a vivir contento, como lo aprendió Pablo, solo se puede lograr con el poder de Cristo que nos fortalece desde adentro. “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”, dijo el apóstol  después de hablar de su aprendizaje en vivir humildemente y vivir en abundancia. Y como dijo en Filipenses 2:13 = “… pues Dios es quien produce en ustedes tanto el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad.”

Amig@: ¿cómo es tu vida frente al contentamiento? ¿Vives internamente satisfecho y pleno todos los días, sean tus circunstancias externas favorables o adversas? ¿Estás aprendiendo a contentarte en riqueza o en pobreza? ¿Estás dependiendo del poder de Cristo, para que te fortalezca día a día, para que puedas vivir con una satisfacción interior que va más allá de tu entorno, para que puedas tanto querer como hacer siempre Su buena voluntad?

Como escribió Jeremiah Burroughs: “El contentamiento cristiano es una joya rara” - ¿será que la tienes en tu vida?
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