A Veces Soy Un Rinoceronte

A Veces Soy Un Rinoceronte

Viernes, noviembre 23 del 2012

Ayer por la mañana estaba en una reunión con los líderes musicales de la Cantata Navideña que nuestra iglesia SHALOM presenta cada año, organizando el programa y cuadrando todos los detalles artísticos que una presentación de ésas involucra.

En un momento serio de la reunión, hablando de uno de los nombres que se Le dio a Jesús después de nacer en Belén – el “cuerno de salvación” – me acordé de una imagen chistosa que había visto hace un tiempo; al compartirla, los tres estallamos en carcajadas.

¿Quisieras reírte también? Pues, aquí está la imagen.

 
 
¡Pobre rinoceronte! Tan feliz pintando sus paisajes, sacando una pintura tras otra, hasta con ciertas habilidades artísticas, pero sin haberse dado cuenta que no ha estado viendo ni captando bien lo que tiene frente a él. Para él, toda vista tiene un cuerno grande en la mitad – el bulto que tiene en la nariz, para él, hace parte de todo panorama que ve. Uno quisiera entrar a la imagen, y explicarle al pobre rinocerontico que los paisajes en realidad no son como él los ve y como los está pintando, que no tienen ese cuerno de por medio como él los está percibiendo y dibujando, que el bulto que él siempre observa no está en los paisajes sino hace parte de él mismo, ¿no es así?

Ya por la tarde, después de mi clase de piano (¡sí! después de muchos años volví a tomar clases de piano!), me acordé de nuevo del rinoceronte. Pero esta vez ya no me estaba riendo – porque me di cuenta que, en ciertas áreas de mi vida, tristemente soy como él.

Hay situaciones en las cuales yo veo un obstáculo inmenso frente a mí. Estoy convencida que ese obstáculo está por fuera de mí, en la situación misma, y que no me va a dejar avanzar. Lo que no he entendido es que la dificultad no está en el “paisaje” exterior, sino en el “cuerno” que hace parte de mí. Tengo temores e inseguridades que crean un bulto tan enorme frente a mis ojos que no veo nada más sino a ellos. Mis dudas y mi falta de confianza llegan a ser un obstáculo tan formidable que no me permiten ser y hacer todo lo que podría ser y hacer, todo lo que Dios quiere que sea y haga.

Por eso, tanto yo como nuestro rinocerontico necesitamos a alguien que nos ayuda ver nuestra situación desde otro punto de vista, así como Dios la ve. No con un “cuerno” de aprensiones e incertidumbres obstruyendo toda la belleza del “paisaje” que tenemos al frente – sino con palabras de ánimo y coraje que vienen de la misma perspectiva y del mismo corazón de Dios.

“Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.” (Josué 1:9)

“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.” (Isaías 41:10)

“Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador …” (Isaías 43:1-3)

“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” (Filipenses 4:13)

“Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.”  (Romanos 8:37)

Si el rinoceronte solo supiera cuan hermosos son los paisajes que él está tratando de pintar si los viera sin el cuerno, no sería un artista que inspira lástima y pesar. Sería todo el rinoceronte que fue creado para ser. Y si yo podría ver mis circunstancias difíciles siempre a través de los lentes de la Palabra de Dios, y no a través de mis propios ojos, yo también podría ser todo lo que Dios me creó para ser.

Sí, a veces soy un rinoceronte. Pero con la ayuda de Dios y de amigos que me ayudan a ver mi realidad desde otra perspectiva – desde las posibilidades que tengo si me apoyo en Cristo que me da valentía y me fortalece para todo – no seré un rinoceronte para siempre. Por medio de aquel que me amó, venceré mis “cuernos” y veré los “paisajes” de mi vida así de preciosos como Dios los ve.
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