La Cuaresma Dia 10 - VIDA DE CRISTO, por Fulton Sheen

La Cuaresma Dia 10 - VIDA DE CRISTO, por Fulton Sheen

LA CUARESMA DIA 10 – Sábado marzo 11

 

“Era el mes de Nisan. El Libro del Éxodo mandó que en este mes el Cordero Pascual se debería seleccionar, y cuatro días más tarde se debería llevar al lugar donde se debería sacrificar. El Domingo de Ramos, el Cordero fue escogido por aclamación popular en Jerusalén; el Viernes Santo El fue sacrificado.

 

Nuestro Señor pasó Su ultimo Sabbat en Betania con Lázaro y sus hermanas. Las noticias ahora circulaban de que nuestro Señor iba a venir a Jerusalén. En preparación por Su entrada, El envió a dos de Sus discípulos a la aldea, donde se les dijo que allí iban a encontrar un pollino atado, en el cual ningún hombre había montado jamás. Deberían desatarlo y traérselo. “Y si alguien os preguntare: ¿Por qué lo desatáis? le responderéis así: Porque el Señor lo necesita.” (Lucas 19:31)

 

Quizás nunca se escribió mayor paradoja que ésta – por un lado, la soberanía del Señor, y por otro lado Su “necesidad”. Esta combinación de Divinidad y dependencia, de posesión y de pobreza fue la consecuencia del Verbo haciéndose carne. Verdaderamente, El que era rico se hizo pobre por nosotros, para que nosotros fuéramos ricos.

 

Al acercarse a la ciudad, una “gran multitud” vino a recibirlo; entre ellos no estaban solo los ciudadanos sino también aquellos quienes habían acudido a la fiesta y, naturalmente, los fariseos. También las autoridades romanas andaban vigilando durante las grandes fiestas para que no se produjera ninguna insurrección. En todas las ocasiones anteriores nuestro Señor rechazó el fácil entusiasmo del pueblo, huyó de toda publicidad y evitó todo cuanto pudiera ser ostentación y exhibicionismo… Antes solía amortiguar todos los arrebatos de entusiasmo de ellos; ahora los encandilaba. ¿A qué obedecía este cambio de actitud?

 

Porque su "hora" había llegado. Había llegado el momento de hacer por última vez pública afirmación de sus pretensiones. Sabía que esto era un paso hacia el Calvario y hacia su ascensión al cielo y establecimiento de su reino sobre la tierra. Una vez había reconocido las alabanzas que ellos le tributaban, la ciudad se hallaba ante la alternativa de confesarle como hizo Pedro o crucificarle. Se trataba de ver si era su rey o de si no querían tener a otro rey más que al césar.

 

De dos maneras atrajo la atención hacia su realeza: primeramente por medio de una profecía familiar al pueblo, y en segundo lugar por los honores divinos que se le estaban tributando y que Él aceptaba como propios.

 

Mateo declara de manera explícita que aquella solemne procesión fue para que se cumpliera la profecía de Zacarías: “Decid a la hija de Sion: He aquí que tu rey viene a ti, manso, sentado sobre un asno.” (Mateo 21:5) La profecía venía de Dios por medio de su profeta, y ahora el mismo Dios la estaba cumpliendo. La profecía de Zacarías tenía por objeto hacer ver el contraste entre la majestad y la humildad del Salvador. Si contemplamos los antiguos relieves de Asiría y Babilonia, de Egipto, de Persia y Roma, nos sorprende ver la majestad de los reyes, que cabalgaban triunfalmente montados en caballos o carros de guerra, e incluso a veces sobre los cuerpos de sus postrados enemigos. En cambio, contrasta con ellos el rey que hace su entrada en Jerusalén montado en un asno… Pero la circunstancia que Él eligió corroboraba su afirmación de que su reino no era de este mundo.

 

La aclamación de que le hizo objeto el pueblo fue otro modo de reconocer su divinidad. Muchas personas extendían sus vestidos por donde había de pasar Jesús; otros cortaban ramas de olivo y de palma y las esparcían a su paso… Aquí las palmas, tan a menudo usadas en toda la historia del pueblo judío para simbolizar la victoria… daban testimonio de su victoria, aun antes de quedar momentáneamente vencido.

 

Luego, citando unos versículos del gran Hillel referentes al Mesías, las multitudes le seguían gritando: “¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor! ¡Paz en el cielo, y gloria en las alturas!” (Lucas 19:38)… “Un nuevo cántico fue entonado mientras clamaban: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Hosanna en las alturas!” (Mateo 21:9) “¡Rey de Israel!” (Juan 12:13) Él era el príncipe prometido de la línea de David; el que venía con una misión divina. “Hosanna”, que originariamente era una plegaria, se convertía ahora en un saludo triunfal de bienvenida al rey salvador. Aunque no entendían cabalmente por qué había sido enviado, ni qué clase de paz venía a traer, confesaban, sin embargo, que Jesucristo era un ser divino.

 

La entrada había sido triunfal, pero Jesús sabía muy bien que los “Hosannas” se convertirían en “¡Crucifícale!”, y las palmas se volverían lanzas… El trono al que Él era exaltado era una cruz, y su coronación real sería una crucifixión… Aunque era rey, y aunque ellos le aceptaban ahora como rey y Señor, Él sabía que la bienvenida que como rey podía esperar era el Calvario.”

 

(Capitulo 33, pgs. 310-314)

 

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