La Cuaresma Dia 16 - VIDA DE CRISTO, por Fulton Sheen

La Cuaresma Dia 16 - VIDA DE CRISTO, por Fulton Sheen

LA CUARESMA DIA 16 – Sábado Marzo 18

 

“Los discípulos están inmóviles, mudos de asombro. Cuando la humildad procede del Hombre-Dios de esta manera, entonces es indudable que por medio de la humildad los hombres podrán volver a Dios. Cada uno de ellos habría retirado los pies del lebrillo de no haber sido por el amor que inundaba sus corazones. Esta obra de condescendencia se estaba realizando en silencio, hasta que el Señor llegó hasta donde Pedro estaba, el cual era quien más agudamente sentía aquella inversión de valores. Pedro le dice: “Señor, ¿tú me lavas a mí los pies?” (Juan 13:6)

 

Pedro hallaba dificultades en aquella humillación que la cruz exigía. Cuando nuestro Señor le dijo, en Cesárea de Filipos, que le era preciso ir a Jerusalén para ser crucificado, Pedro protestó ante la repugnancia que esta humillación le inspiraba. Ahora aparece de nuevo el mismo estado de ánimo. Pedro combinaba en su mente, por un lado, un auténtico reconocimiento de que nuestro Señor era el Mesías, el Cristo, y, por otro lado, la decisión de que la gloria había de alcanzarse sin sufrimientos.

 

Luego dijo Jesús a Pedro: “Lo que hago, tú no lo sabes ahora, mas lo entenderás después.” (Juan 13:7) Tal amor y acto de condescendencia no podía entenderlos Pedro hasta que la cabal humillación de la cruz estuviera coronada por la resurrección de Jesucristo y el don del Espíritu Santo. Pedro rechazó primeramente la cruz; ahora rechazaba el ejemplo de humillación que conducía a la cruz. La iluminación de muchos misterios es cosa que corresponde al futuro; ahora los conocemos sólo en parte… El hombre de corazón humilde esperará, ya que el último acto es el remate de la obra teatral que se representa.

 

El divino Maestro no le impartió conocimiento y luego le dijo que sometiera su voluntad. Le pidió que se sometiera con la promesa de que más adelante le sería aclarado todo. La luz se le fue haciendo cada vez más clara a medida que la iba siguiendo… El árbol no entiende la poda, ni la tierra entiende por qué está siendo arada, ni tampoco entendía Pedro el misterio de aquella gran humillación, según él mismo expresa con vehemencia: “¡Jamás me lavarás tú los pies! Mas Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo.” (Juan 13:8)

 

Nuestro Señor recordó a Pedro que la verdadera humildad no debía poner objeciones a la humildad de Él; al contrario, Pedro había de reconocer lo necesaria que la humildad era para liberar al hombre del pecado. ¿Por qué contradecir al Hijo de Dios hecho hombre al lavar la suciedad externa de los pies, siendo así que aquel que es Dios se había humillado ya con objeto de lavar la suciedad de las almas? Pedro estaba demostrando que ignoraba la necesidad que él mismo tenía de una redención interna, y lo hacía al protestar de una humillación que resultaba insignificante comparada con la de la encarnación. ¿Era acaso para el Verbo hecho carne una humillación mayor ceñirse con una toalla que haber sido envuelto en pañales y puesto en un pesebre? Jesús, prosiguiendo su discurso, dijo a Pedro que si quería gozar de la comunión con Él había de ser purificado de una manera más efectiva que con un simple lavado de pies. Negarse a aceptar la purificación divina significaba ser excluido de la intimidad con Jesús. No entender que el amor divino es sacrificio era separarse del Maestro. La idea de no tener parte con el Maestro humilló a Pedro de un modo tan indescriptible, que confió a Jesús no sólo sus pies, sino todo su cuerpo: “¡Señor, no solamente mis pies, sino también mis manos y mi cabeza!” (Juan 13:9)

 

Cuando nuestro Señor hubo terminado de lavar los pies de los discípulos, volvió a ponerse sus vestidos, se sentó y les enseñó la lección de que si Él, que era Señor y Maestro, renunciaba a sí mismo e incluso a la propia vida, ellos, que eran sus discípulos, habían de hacer lo mismo. “¿Sabéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis Maestro y Señor; y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, que soy el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque os he dado ejemplo, para que vosotros también hagáis como yo he hecho. En verdad, en verdad os digo que el siervo no es mayor que su señor, ni el enviado mayor que aquel que le envió.” (Juan 13:12-16)

 

“El santo nombre de Jesús”:

 

“Por lo cual Dios le ha ensalzado

y le ha dado el nombre

que está por encima de todo nombre,

para que todo,

en nombre de Jesús,

se arrodille en lo más alto de los cielos,

sobre la tierra

y en los infiernos;

y toda lengua proclame que,

para gloria de Dios Padre,

Jesucristo es Señor.”

(Filipenses 2:19)

+ REFLEXIONES PARA LEER