Jueves de Resurreccion - VIDA DE CRISTO, por Fulton Sheen

Jueves de Resurreccion - VIDA DE CRISTO, por Fulton Sheen

JUEVES DE RESURRECCION – Jueves Abril 20, 2017

 

“Entonces vinieron las palabras clave. Nuestro Señor les habiÌa dicho anteriormente que EÌl era el Buen Pastor, que habiÌa venido a dar la vida por la redencioÌn de muchos; ahora, en su gloria, proclamaba una ley moral seguÌn la cual, como consecuencia de los sufrimientos de JesuÌs, los hombres seriÌan levantados del pecado a la amistad con Dios.

 

La cruz era la condicioÌn de la gloria. El Salvador resucitado habloÌ de una necesidad moral basada en la verdad de que todo cuanto le habiÌa sucedido a EÌl habiÌa sido profetizado. Lo que a ellos se les antojaba una ofensa, un escaÌndalo, una derrota, un sucumbir a lo que pareciÌa inevitable, era en realidad un momento de tinieblas que habiÌa sido previsto, planeado y profetizado. Aunque a los disciÌpulos les pareciÌa la cruz incompatible con la gloria, para JesuÌs era la cruz el sendero que conduciÌa precisamente a la gloria. Y si ellos hubieran sabido lo que las Escrituras habiÌan dicho acerca del MesiÌas, a buen seguro habriÌan creiÌdo en la cruz. “Y comenzando desde MoiseÌs y todos los profetas les iba interpretando en todas las Escrituras las cosas referentes a EÌl mismo.” (Lucas 24:27) Les fue mostrando todos los tipos y rituales y todos los ceremoniales que se habiÌan cumplido en EÌl… Les fue dando la clave del misterio de la vida de Dios entre los hombres y del propoÌsito de su venida a este mundo.

 

Por fin llegaron a EmauÌs. JesuÌs hizo como si tuviera intencioÌn de proseguir su viaje, pero los dos disciÌpulos le rogaron que se quedara con ellos… AceptoÌ la invitacioÌn que ellos le haciÌan de que se quedase como hueÌsped en su casa, pero al punto obroÌ como si EÌl fuera el anfitrion: “AcontecioÌ que, estando sentado a comer con ellos, tomoÌ el pan y lo bendijo; y partieÌndolo, se lo dio. Con esto fueron abiertos los ojos de ellos, y le conocieron; y EÌl se hizo invisible a ellos.” (Lucas 24:30-31)

 

Este acto de tomar el pan, partirlo y daÌrselo a ellos no era un acto corriente de cortesiÌa, puesto que se pareciÌa demasiado a la uÌltima cena, en la cual invitoÌ a sus apoÌstoles a que repitieran la conmemoracioÌn de su muerte, cuando El partioÌ el pan, que era su cuerpo, y se lo dio. Inmediatamente despueÌs de recibir el pan sacramental que JesuÌs acababa de partir, a los disciÌpulos se les abrieron los ojos del alma. De la misma manera que a AdaÌn y Eva se les abrieron los suyos para ver su vergüenza despueÌs de haber comido el fruto prohibido del conocimiento del bien y del mal, ahora los ojos de los disciÌpulos eran abiertos para que pudieran discernir el cuerpo de Cristo. Esta escena forma paralelismo con la uÌltima cena: en ambas hubo accioÌn de gracias, en ambas JesuÌs levantoÌ los ojos al cielo, en ambas hubo la fraccioÌn del pan, y en ambas el dar el pan a los disciÌpulos. Al darle el pan fue infundido a los dos disciÌpulos un conocimiento que les ofreciÌa una claridad mayor que todas las ins- trucciones verbales. La fraccioÌn del pan les habiÌa introducido dentro de la experiencia del Cristo glorificado. Entonces EÌl desaparecioÌ de su vista.

 

VolvieÌndose a mirarse uno a otro, reflexionaron: “¿No ardiÌa nuestro corazoÌn dentro de nosotros, mientras nos hablaba por el camino, y nos abriÌa las Escrituras?” (Lucas 24:32) La influencia que ejerciÌa en ellos era a la vez afectiva e intelectual: afectiva en el sentido de que haciÌa arder sus corazones con las llamas del amor; intelectual en cuanto les daba una comprensioÌn de los centenares de pasajes biÌblicos en que se predeciÌa su venida. La humanidad tiende en general a creer que todo lo religioso ha de ser algo lo suficientemente sorprendente y poderoso para desbordar la maÌs viva fantasiÌa. Sin embargo, este incidente del camino de EmauÌs nos revela que las verdades maÌs poderosas del mundo aparecen en incidentes comunes y triviales de la vida, tales como el de encontrar a un compañero por el camino. Cristo veloÌ su presencia en el camino maÌs corriente de la vida. Ellos tuvieron conocimiento de EÌl a medida que caminaban a su lado; y su conocimiento fue el de la gloria que se alcanza por medio de la derrota. En la vida glorificada de JesuÌs, lo mismo que en su vida puÌblica, la cruz y la gloria iban siempre juntas. Lo que en la conversacioÌn con los dos disciÌpulo se hizo resaltar no fueron las enseñanzas dadas por JesuÌs, sino que se insistioÌ en sus sufrimientos y en el modo como eÌstos eran convenientes para su glorificacioÌn.

 

Los disciÌpulos salieron inmediatamente de su casa y regresaron a JerusaleÌn. De la misma manera que la mujer del pozo dejoÌ junto a eÌste abandonado su caÌntaro y corrioÌ, presa de emocioÌn, a comunicar lo que le habiÌa acaecido, asiÌ tambieÌn estos dos disciÌpulos se olvidaron de la intencioÌn con que habiÌan ido a EmauÌs y regresaron a la Ciudad Santa. AlliÌ encontraron reunidos a los once apoÌstoles y, con ellos, a otros seguidores y disciÌpulos. Les refirieron todo cuanto les habiÌa ocurrido por el camino y el modo coÌmo habiÌan reconocido a JesuÌs al partir el pan.”

 

(Capitulo 54, pgs. 495 – 498)

 

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