Barro Presionado

Barro Presionado

Lunes, Marzo 4 del 2019



Escogido y rescatado, pensado y diseñado, limpiado y preparado – y lo más importante, centrado.

Ahora el barro está listo para ser trabajado.
 
Y ahora viene la parte más difícil: cuando el alfarero, con asombrosa destreza y sensibilidad, empieza a formar el barro en la rueda. Y de verdad, la maestría con la cual trabaja un buen alfarero es asombrosa, porque parece ser un proceso tan fácil y tan sencillo, y en realidad es muy difícil y muy complicado.

¿Y cuál es la clave en esta parte de la elaboración de una vasija? Presión. Presión de las dos manos y de algunos dedos.

 


 
-    presión para que el barro siempre se mantenga bien centrado en el torno
-    presión, al inicio, para levantar un cono y luego formar un cilindro, las bases de cualquier obra en arcilla
-    presión desde afuera: desde los lados hacia adentro y hacia arriba para subir el barro, y desde arriba hacia abajo para ajustar la altura – y presión desde adentro hacia afuera para formar las paredes
-    presión uniforme y constante, para lograr una vasija uniforme y simétrica 
-    presión a veces fuerte, y otras veces más suave, dependiendo de lo que se está queriendo lograr en ese momento
-    presión de varios dedos, más que todo el pulgar, el índice y el dedo del medio para hacer el trabajo más delicado
-    presión de una mano que estabiliza la obra en progreso, y presión de la otra mano que la está formando 
-    y siempre con suficiente agua para mantener el barro suave y moldeable

¿Y no es así con nosotros los seres humanos, barro en las manos de Dios nuestro Alfarero?

Cuán fácil es para nosotros perder la centralidad de Jesucristo en nuestra vida – empezar a mirar a otras personas u otras cosas como nuestra estabilidad, nuestra guía, y nuestra esperanza. Cuán fácil es desviarnos del centro de Su voluntad para nuestras vidas. Por eso, Dios constantemente nos “presiona” con Su Espíritu Santo, con Su Palabra y con nuestras circunstancias para que nos mantengamos bien centrados en Cristo y en Sus planes y propósitos para nuestras vidas.

Siempre cuando hay necesidad de un cambio grande y marcado y radical en nuestras vidas, la “presión” que Dios ejerce sobre nosotros es fuerte y firme. ¿Queremos levantarnos y andar altos y derechos? Tendremos que aguantarnos las poderosas manos de Dios presionándonos para que crezcamos.

A veces la “presión” de Dios en nuestra vida viene desde afuera: de nuestras situaciones de vida difíciles y aplastantes. A veces viene desde adentro: de nuestra propia forma de ser, de nuestro carácter, de nuestras actitudes que nos afligen y atormentan mientras sean transformados y perfeccionados. El Salmo 139:5, en la nueva traducción Biblia del Peregrino, dice: “Me estrechas por detrás y por delante, apoyas sobre mi tu palma.” Las manos de Dios nos rodean y nos ciñen por todos lados, ejerciendo “presión” en el proceso diario de nuestra santificación, para que seamos formados y moldeados en las personas que Él quiere que seamos. 

A veces la “presión” de Dios en nuestra vida es fuerte, y otras veces es más suave. A veces Dios pone toda Su poderosa mano sobre nosotros, y nos duele terriblemente cuando nos aprieta y nos comprime en ciertas áreas. Como lo dice 2 Corintios 4:8 en la Nueva Traducción Viviente: “Por todos lados nos presionan las dificultades, pero no nos aplastan. Estamos perplejos pero no caemos en la desesperación.” Otras veces usa solamente dos o tres dedos para hacer un trabajo más delicado en nosotros, y sentimos algo de descanso. Pero siempre es una “presión” exacta, constante y por el tiempo necesario, para hacer de nosotros unas personas íntegras, rectas, justas y honradas.

Siempre somos un trabajo de las dos manos de Dios: una que está formando la obra en progreso, y la otra que la está estabilizando. Exactamente así como lo dice la Biblia del Peregrino en el Salmo 139:10: “ … me guiará tu izquierda, y tu derecha me aferraría.” Una mano guiando y formando, la otra aferrando y sosteniendo.
 
Y siempre somos un trabajo que necesita el agua del Espíritu Santo y de la Palabra de Dios para mantenernos moldeables y trabajables.

Amig@: no siempre estamos en un momento agradable del proceso de ser formados en vasijas hermosas y útiles. A veces estamos siendo preparados y limpiados, y otras veces estamos siendo presionados – y esos tratamientos de parte de Dios son muy duros y muy difíciles – pueden causar mucho dolor, muchas preguntas, muchas lágrimas y mucha angustia. Amig@: ¿en estos días estás sintiendo las poderosas y fuertes manos de Dios sobre ti, presionándote hacia abajo o hacia arriba o hacia afuera? ¿Temes que tus circunstancias de vida te están hundiendo? ¿Ves que tu propio carácter te está defraudando? “Pon tu esperanza en el Señor; ten valor, cobra animo; ¡pon tu esperanza en el Señor!” (Salmo 27:14) Cuando Él te presiona, es por tu bien – cuando pone Sus manos sobre ti, y te mueve o te aprieta o te aplasta, es porque quiere hacer algo distinto, algo mejor de ti.
     
“¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Romanos 8:31) ¡Sí! hay “presión” de Dios sobre nosotros – y a veces mucha, y muy fuerte, y por largo rato. Pero siempre, siempre, siempre – como todo buen alfarero – nuestro Alfarero en los cielos tiene Sus ojos y Sus manos puestos en nosotros para rodearnos y trabajarnos con intención y con propósito, con pleno conocimiento, con experiencia y maestría, con artesanía, con entrega, con esmero, con amor y con deleite.

Porque la promesa de Dios es verdadera y confiable:

 

“Jehová cumplirá su propósito en mí;

tu misericordia, oh Jehová, es para siempre …” 

(Salmo 138:8)

+ REFLEXIONES PARA LEER