La Vida Es Como Un Burrito

La Vida Es Como Un Burrito

Martes, Julio 16 del 2019

 

Siempre era uno de los juegos que más me gustaba montar en el parque infantil: el burrito.

 

 

¿Te acuerdas del burrito? En otros lugares se llama balancín o subibaja. Estoy hablando del juego infantil que es un tablón largo de madera balanceándose sobre un fulcro o un punto de apoyo, donde los niños se sientan uno a cada extremo y se impulsan hacia arriba y hacia abajo.

 

Me gustaba porque, cuando estaba montada en el, significaba que estaba acompañada y no estaba jugando sola. Uno puede columpiarse solo – uno puede deslizarse solo. Pero es imposible, o al menos muy difícil, jugar a solas en el burrito.

 

Me gustaba por el ritmo constante de sube-y-baja, sube-y-baja, sube-y-baja que marcaba – algo que de una manera u otra siempre era seguro y reconfortante para mi.

 

Me gustaba porque me fascina estar arriba, poder ver por encima y más allá de lo que normalmente se puede ver a nivel del suelo.

 

Pero, había dos cosas que siempre me tenían nerviosa cuando jugaba en el burrito con alguien:

 

- la primera era cuando mi “querido” compañero de juegos al otro lado del tablón decidía romper con el ritmo regular de sube-y-baja, cuando ponía todo su peso sobre su lado, y se quedaba allí – porque a mi entonces me dejaba muy arriba en el aire al otro lado, colgada locamente, aferrada furiosamente, y gritando histéricamente para que me bajara!

 

- pero peor aun era cuando ese mismo “querido” compañero de juegos estaba abajo por su lado, y yo arriba por el mío – y en vez de empujarse hacia arriba otra vez o al menos quedarse quieto abajo, él simplemente saltaba del burrito y huía – yo entonces, de repente venía cayendo al suelo, impotente para frenar o al menos suavizar el golpe – no solamente la estrellada contra el suelo me hacia doler el trasero, pero el abandono y la burla de mi compañerito siempre me lastimaba la auto-estima también!

 

Ahora: ¿no es así la vida?

 

Sintiéndonos acompañados, tener un amigo con el cual uno puede enfrentar la vida, aun si ellos están al otro lado del burrito, y aun si ellos están arriba cuando nosotros estamos abajo o nosotros estamos arriba cuando ellos están abajo… simplemente hace que la vida sea mucho más manejable – simplemente hace que la vida sea mucho más vivible cuando no estamos solos.

 

Cuando la vida marca un ritmo, un ritmo más o menos regular y constante de sube-y-baja, cuando podemos contar con la continua y metódica rutina de las cosas – nos sentimos seguros y reconfortados.

 

La vida tiene sus altibajos, seguro que sí: nuestros gloriosos momentos y experiencias en la cima de las montañas cuando todo lo podemos ver desde una perspectiva más alta y más feliz – y luego nuestros tiempos en los valles de sombra cuando nos sentimos atrapados en lugares oscuros y estrechos y tristes.

 

Pero en general, cuando nosotros y nuestros compañeros de juego jugamos justo y correctamente, cuando respetamos las reglas del juego del burrito – la vida es buena, la vida se puede disfrutar!

 

Pero, la vida no siempre es justa, ¿si o no? Y mientras estamos aquí en la tierra, nuestro enemigo satanás es todo menos justo. Cuando menos lo esperamos, el se monta al otro lado del burrito de nuestras vidas, y siembra el caos! Y luego, otra vez cuando menos lo esperamos, el se quita del burrito repentinamente, y nos deja caer hacia nuestra destrucción. Porque satanás no juega limpio. A él no le interesa acompañarnos, ni le importa darnos seguridad, ni nos quiere ofrecer gratos momentos de felicidad. ¡No! A él solo le interesa abandonarnos, solo le importa meternos en un torbellino de caos, solo quiere ofrecernos dolor físico y emocional y espiritual!

 

Pero hay Uno – a diferencia de satanás – quien siempre estará allá para nosotros. El nunca nos dejará, y nunca nos desamparará (Deuteronomio 31:6). Aun si nuestros padres no siempre pudieron estar allí mismo para prevenir nuestras caídas al suelo cuando nuestros compañeritos se saltaban del burrito y huían, en nuestras vidas Dios siempre va a estar allá. Siempre. “Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, Jehová me recogerá.” (Salmo 27:10) ¡Ah sí! Satanás muchas veces nos dejará colgando muy arriba, mientras se burla y se mofa – y otras veces de repente saltará del burrito y huirá, anticipando vernos caer hacia nuestra supuesta muerte. Pero, “acá abajo los brazos eternos” de Dios (Deuteronomio 33:27), y estos brazos nos cogerán antes de que nos golpeemos contra el suelo. “Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos. En las manos te llevarán, para que tu pie no tropiece en piedra.” (Salmo 91:11-12)

 

Nuestras vidas siempre tendrán sus altibajos. Siempre tendremos aflicciones y tribulaciones que nos bajarán de nuestras experiencias en la cima de las montañas. Pero, por más inseguras y más inestables que sean nuestras vidas, Dios es la roca solida y constante debajo de nosotros. “Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio.” (Salmo 18:2) Aun cuando nos corresponde andar por el valle de sombra de muerte, no tenemos que temer a nada ni a nadie, porque no estamos solos – nuestro amoroso Pastor camina al lado nuestro, y Su vara y Su callado de pastor nos protegerán y nos infundirán aliento.” (Salmo 23:4)

 

Mientras pensaba en como terminar esta reflexión, descubrí otra reflexión en el internet que se llama “Jugando en el Burrito de la Vida”, escrita por Shannon Leibold. Ella muy apropiadamente termina la reflexión de ella con estas palabras:

 

Tres respuestas cuando el burrito de la vida te sube:

1) Alaba a Dios.

2) Busca a Dios.

3) Sea fiel.

 

Tres respuestas cuando el burrito de la vida te deja caer:

1) Alaba a Dios.

2) Busca a Dios.

3) Sea fiel.

 

¡Sí! ¡Exactamente! Gracias, Shannon Leibold, por sittingathisfeet.ca – por escuchar de El, y por compartir Sus verdades con nosotros. En todos los altibajos de nuestras vidas, en todos los cambios que la vida nos proporciona, nuestras respuestas no deberían cambiar. Porque Jesús nunca cambia. Siempre deberíamos alabarle. Siempre deberíamos buscarle. Siempre deberíamos ser fieles.

 

Si el burrito en el cual estamos montados nos tiene arriba o abajo.

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