Reflexiones de Europa: Gustad y Ved

Reflexiones de Europa: Gustad y Ved

Martes Mayo 5, 2020

 

En estos primeros meses de 2020, días de pandemia mundial por el coronavirus, estamos escuchando noticias horríficas de todo el planeta - pero especialmente como el Covid-19 ha estado infectando y diezmando a varios países europeos como Italia, España, Francia y Gran Bretaña, y ahora también a los Estados Unidos, para nombrar solo las naciones más golpeadas.

 

Al pensar en estos países europeos -- tan viejos, tan históricos, tan culturales, tan hermosos, llenos de tantos lugares bellos para ver, y tantas cosas maravillosas para hacer, y tantas personas increíbles para conocer -- recuerdo el viaje que tomamos mi esposo y yo a Europa hace casi 4 años ya para celebrar nuestro entonces aniversario de plata. ¡Cómo disfrutamos cada minuto! ¡Cómo nos deleitamos en todo lo que vimos e hicimos, en cada persona que conocimos y todos los amigos y familiares con los cuales pasamos tiempos especiales, en todo lo que aprendimos en nuestras cinco semanas allá!

 

Entonces, en memoria de nuestros tan hermosos días en Europa hace unos años, he decidido volver a publicar unas reflexiones que escribí al regresar a casa en Colombia. Pensamientos y meditaciones sobre lugares que visitamos y cosas que hicimos, y lo que me enseñaron acerca de la vida y del ser humano y de Dios... porque son igual de relevantes hoy en día, en nuestro mundo plagado por abrumadoras crisis de salud y económicas, como lo fueron hace unos años atrás cuando la vida todavía era "normal"...

 

Hoy, del Baúl de Tesoros de Reflexiones Para Vivir:

 

Reflexiones de Europa: Gustad y Ved

 

 

¡Todo fue delicioso!

 

La paella en España:

 

La “tarte flambée” en Francia:

 

Las salchichas en Alemania:

 

El "pollo a la paprika” en Hungría:

 

Los codillos de cerdo en la Republica Checa:

 

La “Brettljause” en Austria:

 

¡Todo era apetitoso, apetecible, suculento y sabroso!

 

Cada comida fue una experiencia: desde escoger el restaurante y el plato en particular, hasta la presentación tan gustosa en la mesa, hasta los maravillosos sabores y texturas en nuestra lengua… ¡Un festín de sabores desde el principio hasta el final!

 

Me acordé de todo esto el otro día cuando llegué a mi lectura devocional del día en 1 Pedro 2:3 donde dice, “si es que habéis gustado la benignidad del Señor” – un versículo similar a las palabras del Salmo 34:8 que dicen, “Gustad, y ved que es bueno Jehová; dichoso el hombre que confía en él.”

 

 

Mi esposo y yo saboreamos muchas deliciosas comidas en nuestro reciente viaje a Europa. Anticipábamos el siguiente restaurante y la próxima comida que nos íbamos a comer, esperando que fuese sabrosa. Una vez que hubiésemos comido algo rico, queríamos volver por más. Estaríamos sentados en la mesa, saboreando la comida en nuestra boca, nuestras papilas gustativas deleitándose en cada mordisco, disfrutando todos los sabores y todas las texturas hasta que el plato estuviese vacío o hasta que nosotros simplemente no podíamos comer más.

 

Ahora, ¿nuestra vivencia con Dios no debería ser igual? “Gustando” Su benignidad, saboreando Su bondad, dándonos un festín con Su benevolencia. Rumiando y reflexionando sobre ellas en nuestros corazones, hasta que nuestros ojos espirituales Lo “vean” en toda Su gracia y misericordia y perdón. Nuestras mentes meditando en Su bondad, hasta que nuestros espíritus hayan aprendido a confiar en Él y refugiarse en Él. Nosotros, anhelando y anticipando nuestro próximo encuentro con Él, y siempre regresando por más – ¡porque hemos gustado y visto que Dios de verdad es muy, muy bueno!

 

Entonces, estaremos mucho más bendecidos y dichosos de lo que estábamos mi esposo y yo cuando comimos la paella, la “tarte flambée”, las salchichas, el “pollo a la paprika”, los codillos de cerdo, y la “Brettljause” en Europa. Porque esos placeres, por deliciosos que fueran, solo nos llenaban superficialmente y temporalmente. Mas sin embargo, gustar y ver y confiar en la benignidad de Dios – esos placeres sacian profundamente y eternamente.

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