Pintura o Vitral

Pintura o Vitral

Sábado, abril 14 del 2012

Buenas tardes, amigos – es un día lluvioso y frio, pero tengo un delicioso cafecito costarricense en las manos para calentarme …

Hace una semana que no escribo en esta página: por un lado, mi mente quedó extenuada después de pensar en reflexiones para los 40 días de la Cuaresma – por otro lado, he extrañado poner mis pensamientos y mis meditaciones en palabras para que otros sean inspirados y desafiados, así como yo.

Esta mañana estaba leyendo algo escrito por Philip Yancey en “Grace Notes”. El habló de cuán difícil para nosotros los seres humanos es reconocer y aceptar que somos pecadores – que seamos débiles, o enfermos, o que tengamos ciertas tendencias, sí; pero que seamos rebeldes transgresores contra Dios, eso sí no es tan fácil de asimilar. Dice Yancey que es humillante y doloroso tener que enfrentarnos con nuestra identidad de pecador, pero cuando lo hacemos podemos recibir una nueva identidad de “estar-en-Cristo”, de ser hijos de Dios, y en esa nueva identidad hay libertad y gozo.

Y dice Yancey en su libro “El Corazón del Artista”: “Tensiones y ansiedades arden dentro de mí en el momento que se me olvida que estoy viviendo mi vida para un público de uno, que es Cristo – (cuando) me deslizo a una vida que busca hacerse valer en un mundo competitivo. Anteriormente, mi mayor motivación en la vida era pintar una pintura de mi mismo, llena de colores fuertes y significados profundos, para que todos los que la vieran fuesen impresionados. Ahora, sin embargo, descubro que mi rol es ser un espejo, para reflejar el brillo de la imagen de Dios a través de mí. O quizás la metáfora del vitral sería mejor, porque así Dios podría relucir a través de mi personalidad y mi cuerpo.”

Pensemos en estas dos imágenes: la pintura y el vitral. Ya mi labor no es ser pintora, esforzándome a pintar una pintura de mi misma, y asegurándome que sea la pintura más hermosa y apasionante que exista. Ahora mi tarea es simplemente ser un vitral creado por Dios, para que la hermosura y la pasión de Cristo brillen a través de mí. Sí tengo que asegurarme de dos cosas, sin embargo: primero, que el vitral esté entero, sin vidrios rotos o desportillados; y segundo, que los vidrios estén limpios, sin mugre ni manchas. Si no, si el vidrio esté quebrado o sucio, la imagen del perfecto Cristo que los demás deberían ver iluminando a través de mi será dañada y enmugrecida.

Perdóname, oh Dios, las veces que me he esmerado por pintarme a mi misma en los mejores colores y figuras posibles, olvidando o no queriendo ser un simple pero precioso vitral hecho por Ti. Ayúdame, Señor, a mantener los vidrios del vitral de mi vida enteros y limpios, para que la gracia y la excelencia de mi Cristo siempre puedan relucir a través de mi. Amen.
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