Cual Es Tu Distintivo

Cual Es Tu Distintivo

Domingo, mayo 20 del 2012

Hace unas semanas, en Costa Rica, conocí a una bella y agraciada mujer. Había escuchado su nombre, pero nunca había tenido el privilegio de conocerla en persona. Ella es sencilla y sin pretensiones, de voz suave, y de temperamento tranquilo – además, vi y escuché que es una mujer esforzada, sabia y fiel. Ella y su esposo me hicieron recordar el titulo de un libro de Eugene Peterson, “Una Larga Obediencia en la Misma Dirección” – porque así ha sido la vida de los dos: años y años de obedecerle fielmente al Dios que aman y sirven.

Un día, esta mujer dijo algo que me impresionó y me habló al corazón. Estábamos hablando del apóstol Juan, y ella comentó que él siempre se refirió a sí mismo como el discípulo “al cual Jesús amaba” (Juan 13:23; 19:26; 20:2; 21:20). Ese fue su distintivo: el discípulo al que amaba Jesús. Su atributo caracterizador no era quien era él en sí mismo, ni todo lo que había hecho o logrado. No: su singularidad era simplemente ser un discípulo que era amado por Jesús.

¿Puedo yo decir lo mismo de mi misma? ¿No solamente en mi cabeza, pero sabiéndolo y creyéndolo en lo más profundo de mi corazón? ¿Soy yo la mujer, la discípula, a la cual Jesús ama? No por lo maravillosa que soy, ni por todas las cosas maravillosas que hago. Simplemente porque sí: porque Dios ha elegido y escogido amarme con un amor “ahabah”, y porque me sigue amando con un amor “chesed”, un amor comprometido y fiel. Yo, Beverly, soy la discípula a la cual Jesús ama. Punto. Es lo único que importa – es lo único que vale.

Me acuerdo de la margarita – no interesa para nada con cual pétalo me quedo al final de arrancarlos todos: cada pétalo – ayer, y hoy, y por los siglos de los siglos – es un “Jesús me ama”.

Y quiero y anhelo vivir mi vida plenamente consciente de ese amor que Él me tiene – y que ese amor sea, no solo para el apóstol Juan, sino para mí también, el distintivo de mi vida.

Así como lo es para la mujer que conocí en Costa Rica, para Marilyn Longworth: “la discípula al cual Jesús ama”. Gracias, Marilyn, por lo que me enseñaste – gracias, por la persona que eres.

(Para entender el amor “ahabah” y el amor “chesed” de Dios, lee dos de mis reflexiones de los días de la Cuaresma, Días 21 y 22, que hablan de ese tema.)
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