Es domingo, y son las 8:30, o las 10:00, o las 11:00 de la mañana – o quizás son las 6:00 de la tarde. Ir o no ir a la iglesia: esa es la pregunta. Y si vas, ¿llegas solo para escuchar el sermón, para evitar el tiempo de la alabanza? ¿Te parece aburridora la alabanza? ¿Es incómoda? ¿Es demasiado carismática? ¿Es demasiado larga? Quizás nuestro amiguito Matías te puede dar otra percepción de qué y cuán valiosa es la alabanza. Porque Matías sí la disfruta con todo su ser.
Matías es un niño de nuestra iglesia. Es hijo de una pareja de arquitectos jóvenes. Es monito y crespito – un encanto de muchacho. Tiene solo 2 años y medio. Y a Matías le fascina la alabanza.
El domingo pasado llegó a la iglesia para la Noche de Alabanza y Adoración, cargando su guitarrita, ¡color verde esmeralda!, en la mano. Era su noche para estrenar escenario: llegó bien temprano para poder “ensayar” con todo el grupo de alabanza – y llegó con una energía, una determinación y un deleite que fácilmente dejó a todos los demás en vergüenza.
En toda la Noche de Celebración, Matías estuvo parado con el resto del grupo de alabanza: “tocando” con seriedad, levantando el pie para sostener bien la guitarra, moviéndose con la música, saltando para terminar las canciones, y cantando … Nunca se desconcentró, nunca paró, nunca dejó de alabar y adorar al Señor en las dos horas que cantamos y oramos a Dios esa noche.
Matías: yo estuve allá, yo te vi, y tú me llenaste de alegría, de inspiración, y de desafío. Si tú, siendo un niño de solo 2 años y medio, quieres y puedes alabar y adorar a Dios con total deleite y sin cansancio, ¿no lo podré hacer yo?
Y qué tal tú, amig@: ¿no podrás tú también llegar a la iglesia para alabar al Señor con entusiasmo y gozo? ¿Olvidando la hora? ¿Olvidando tu cansancio? ¿Olvidando la gente a tu alrededor? Solo pensando en Dios con gratitud; solo cantándole en adoración. Y ofreciéndole lo mejor de ti – todo tu corazón, toda tu alma, y todas tus fuerzas (Deuteronomio 6:5).
Así como Matías – el nuevo guitarrista de la Iglesia Shalom, y adorador del Altisimo.
Como Jesús dijo en Mateo 21:16: “ … De la boca de los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza …”
