Mi Porcion es Jehova

Mi Porcion es Jehova

Viernes, mayo 25 del 2012

Amanecí hoy con la noticia de que Marta, una de las mujeres de nuestra iglesia que tiene cáncer, está en el umbral de la muerte. La enfermedad ha destruido su cuerpo y ha asolado su mente. Ya ningún sistema y ningún órgano están funcionando como deben, y el dolor físico es insoportable. Ya, ella está más inconsciente que consiente. Y al escuchar de sus padecimientos, pensé en el Salmo 73 …

“¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen; mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.” (vs.25,26)

Marta, en el estado físico que está, ha llegado a este punto. En estos momentos, ¿a quién o qué tiene ella? ¿A quién o qué podría desear, en la tierra o en los cielos? Ya no tiene ni salud ni fuerzas; ya para qué las riquezas o las posesiones; ya, ojalá, haya hecho las paces con sus seres amados y se haya despedido de ellos. ¿Qué le queda entonces? ¿Quién le queda? Solo Dios.

Pero cuando lo único que nos queda es Dios, descubrimos que Él es suficiente. Más que suficiente. Porque, aunque la carne y el corazón nuestros puedan desfallecer, todavía tenemos a Dios – y Él nunca desfallece (Isaías 40:28). Él es la roca de nuestro corazón y nuestra porción para siempre.

¿Qué es lo que más seguro nos hace sentir como seres humanos viviendo en esta tierra? ¿No es cuando tenemos algo sólido y fuerte debajo de nuestros pies? Caminar en la arena es inestable – subir por la lava y la ceniza de un volcán es dos pasos adelante y un paso atrás – mantenerse firmemente parado en un temblor o un terremoto es casi imposible. Lo único que nos hace sentir seguros y tranquilos es tener una “roca”, algo sólido y fuerte, debajo de nuestros pies. En el ámbito espiritual, ése es Dios para nosotros cuando ya nuestros cuerpos están desfalleciendo: la roca de nuestro corazón, poderoso para sostenernos y ampararnos cuando no hay nadie ni nada más.

¿Y qué significa que Dios sea nuestra porción? La palabra porción viene del hebreo “cheleq”, y significa parte, o ración, o lote – viene de la raíz del verbo repartir y asignar. Dios, entonces, es nuestra parte o lote – es la ración que nos ha sido repartida y asignada. Y aunque porción suene poco y limitado, no lo es cuando hablamos de Dios, porque Él para nosotros es todo lo que necesitamos y todo lo que jamás podríamos anhelar. “Mi porción es Dios para siempre” – no Su gracia, ni Su amor, ni Sus promesas – sino Dios mismo, quien se ha dado a nosotros como nuestra única, necesaria, deseada y más-que-suficiente porción. Pero no solo eso: Él nos ha escogido a nosotros como la porción de Él también, como lo afirma Deuteronomio 32: 9 = “Porque la porción de Jehová es su pueblo: Jacob la heredad que le tocó.” Él es la porción nuestra – y nosotros somos la porción de Él. ¡Qué maravilla!

Amig@: ¿y tú? ¿También sientes que tu cuerpo y tu corazón están desfalleciendo? ¿Puedes acercarte a Dios, y conocerlo como la roca de tu corazón y tu porción para siempre? El es único – Él es todo lo que necesitas y todo lo que podrías anhelar – Él es más-que-suficiente. Pruébalo. No te decepcionarás. “Prueben y vean que el SEÑOR es bueno; dichosos los que en Él se refugian.” (Salmo 34:8)

Lunes, mayo 28 del 2012

Anoche recibí la noticia de que Marta se murió.

Aquí en la tierra, su carne y su corazón desfallecieron. Pero en el cielo, tiene cuerpo y espíritu nuevos. Y allá está disfrutando, en perfecto gozo y paz, la presencia de Dios: la roca de su corazón y su porción para siempre.
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