Mi Hermano Mark

Mi Hermano Mark

Viernes, Junio 8 del 2012

Hace unos días era el 3 de junio – un día como cualquier otro para muchos, pero una fecha que siempre ha sido significativa para mí. Porque el 3 de junio cumplía años mi hermano, Mark. Cumplía, porque mi hermano murió hace 39 años. Por 10 años alcanzamos celebrarle su día especial, pero unos meses antes de cumplir los 11, murió en un accidente – una tarde después del colegio se fue a jugar con un amigo vecino, el hermanito menor quiso mostrarle como había aprendido del papá a cargar una escopeta, le metió una bala a la fuerza, la escopeta se disparó solo, y mi hermano cayó muerto al suelo. Un momento era un niño común y corriente de 10 años, con toda la vida por delante – al otro momento ya no estaba con nosotros aquí en la tierra. Nunca llegamos a celebrarle los 11 años – ese año, llegó el 3 de junio y en vez de fiesta hubo tristeza y lágrimas.

Todavía recuerdo ese día como si fuese ayer. Esa tarde el tiempo paró. Las horas de esa tarde quedaron grabadas en mi memoria como una película, con absoluta claridad y en colores de profundo shock y desconsuelo. Apenas habían empezado las vacaciones del mes de marzo. Yo estaba jugando cartas, sola, en la sala – mi mamá estaba terminando un pie de manzanas y el chocolate para la comida – mi papá estaba llegando del trabajo. De un momento a otro, más que oírlo, sentí un silencio profundo y casi palpable alrededor mío; sentí que algo no estaba bien, que algo trágico había sucedido. Nunca me imaginé que en un abrir y cerrar de ojos, mientras yo estaba jugando solitario, mi vida propia y familiar iba a cambiar tan dramáticamente y para siempre. Pero así fue. De repente, lo que era normal en mi vida ya no existía – de repente, había un hueco inmensamente grande en mi corazón y en mis días – abruptamente y por un largo tiempo, todo la despreocupación y la alegría de mis 13 años me fueron quitadas, y me volví una adolescente callada, seria y triste.

Pero en esa experiencia de profunda pérdida, dolor, soledad y duelo, algo en mi ser se abrió a Dios. En mi quebranto y en mis preguntas desgarradoras, busque sanidad y respuestas de un Dios más cercano y más amoroso que el Dios que había conocido hasta ese entonces. Fue una búsqueda sincera e intensa, y finalmente fue un encuentro con Él que no me hubiese esperado – sin saberlo, mientras yo lo estaba buscando, Él ya había proclamado sobre mí las promesas de Jeremías 29:11-14: “Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el SEÑOR —, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza. Entonces ustedes me invocarán, y vendrán a suplicarme, y yo los escucharé. Me buscarán y me encontrarán, cuando me busquen de todo corazón. Me dejaré encontrar —afirma el SEÑOR—, y los haré volver del cautiverio.” Y así fue. Mi búsqueda de todo corazón me llevó directamente a Jesús, el Camino, la Verdad y la Vida – el Único que me pudo restaurar y volver a dar sentido y propósito a mi vida. En Él aprendí que todas las cosas, aun las más difíciles y tristes, me ayudaban a bien – que Él tenía grandes pensamientos y proyectos para mi vida, y que ninguna situación de calamidad podría obstaculizarlos.

El 3 de junio de este año fue particularmente conmovedor para mí – porque este año mi hermano Mark hubiese cumplido 50 años. Como los últimos 40 cumpleaños sin embargo, no los pudimos celebrar con él. Pero tengo la segura esperanza que un día nos volveremos a ver en el cielo, él y yo, y allá tendremos toda la eternidad para celebrar la vida juntos.
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