Aprendiendo de las Aves - I

Aprendiendo de las Aves - I

Lunes, junio 18 del 2012

Una mañana hace más o menos un mes estaba mirando al balcón de mi casa – y allí, bien escondido entre las hojas de un helecho colgando del techo, descubrí los comienzos de un pequeño nido. Prestándole más atención, vi una paloma yéndose y volviendo, trayendo palitos y ramitas secas y construyendo un bien-formado palomar. Al otro día, todo estaba quieto: la paloma ya estaba sentada en el nido. Cuando se voló por un momento, fui y miré – y ya había dos huevitos blanquitos acostados en el nido.

Por muchos días, unos 15 quizás, estuve pendiente del nido, de la paloma y de los dos huevitos. Todos los días, todo el día y toda la noche, vi a la paloma sentada en su nido, casi sin moverse, esperando mientras incubaban los huevos, pacientemente calentándolos, fielmente protegiendo sus futuros pichoncitos. De vez en cuando se levantaba, abría las alas, se estiraba, y con el pico parecía que daba vuelta a los huevos – pero pronto se acomodaba, y otra vez se quedaba quieta. ¡Qué paciencia, qué serenidad, qué habilidad para soltar todo y concentrarse tranquilamente en la tarea del momento!

¿No es Dios, nuestro Padre celestial, así con nosotros? Sofonías 3:17 dice: “Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos.” Nuestro Señor es presente en medio de nosotros, es poderoso para proteger y salvar, es callado y paciente en Su amor, y se deleita en nosotros con alegría y con cánticos. Mucho más aún que la paloma con sus pichoncitos.

Un día, vi que la paloma vio u oyó algo, o simplemente sintió una presencia amenazadora. No abandonó el nido a pelear, pero vi que se estiró hacia arriba lo más alto que podía, se infló,  y abrió y extendió las alas. En esa posición se quedó completamente quieta, en estado de alerta, lista para defender y proteger sus pichoncitos. Solo cuando estaba segura de que la amenaza se había ido, vi que se relajó y se volvió a acomodar en el nido.

Así nos cuida, nos guarda y nos protege nuestro Padre Celestial. Dice el Salmo 91:1-4: “El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré. El te librará del lazo del cazador, de la peste destructora. Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro…” En la sombra de las alas del Dios Altísimo hay abrigo y morada, hay refugio y protección. Podemos estar completamente seguros en su regazo – cuando Lo invocamos, cuando ponemos nuestro amor en Él, cuando esperamos y confiamos en Él (vs.15,14,2).

Me gusta mucho la canción de Jesús Adrian Romero, llamada “En Él Estoy Seguro”, basada precisamente en este Salmo 91. Aquí está el link en YouTube, y la letra para que la disfruten y la canten con él.
 
http://www.youtube.com/watch?v=ecpGjwGqVzs

Con sus alas me cubrirá
Mi esperanza en Él está
Mis caminos son protegidos
En Él encuentro seguridad

Porque confío en mi Dios y mi Rey
Como guerrero que cubre mi ser
Me librará del lazo del cazador
El es mi escudo y mi salvación

En Él estoy seguro
Yo confiado estaré
Debajo de sus alas allí moraré
Mi refugio es Él
Estaré yo de pie
Porque confío en mi Dios y mi Rey

Caerán a mi lado mil
Y diez mil a mi diestra
Más a mi no llegará
El es mi escudo y mi fuerza.


Amig@: que hoy, y que todos los días, puedas habitar bajo el abrigo del Altísimo y morar bajo la sombra del Omnipotente. Él es tu única esperanza, tu único refugio, tu única seguridad, tu único descanso. “Encomienda a Jehovah tu camino, y confía en Él; y Él hará.” (Salmo 37:5)
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