El Solsticio de Verano de Tu Alma
Jueves, 21 de junio del 2012
Ayer, el 20 de junio, era el primer día oficial de verano en el Canadá – y ayer era el día más largo y la noche más corta de todo el año. Se llama el solsticio de verano – la palabra “solsticio” viniendo del latín: de “sol” y de “sistere” que significa “quedarse quieto”. El solsticio de verano es el momento del año en él que el sol alcanza su mayor altura aparente en el cielo, y se refiere al día cuando hay más luz del sol que en cualquier otro día del año. ¡Ayer, mis paisanos disfrutaron 15 horas y 1/2 de sol, desde las 5:36 am hasta las 9:01 pm, y solo 8 horas y 1/2 de oscuridad!
¡Cuánto extraño esos días de verano en mi país! El día parecía nunca terminar – uno podía aprovechar una larga tarde que se extendía hasta la hora de acostarse. Eran horas precisas para tener un asado, ir a un parque, jugar juegos y hacer deportes de verano, caminar en el bosque y nadar en la playa – las posibilidades parecían infinitas. Y como el verano solo duraba unos 2 o 3 meses, uno vivía afuera todo el día, aprovechando cada momento de sol y de calor.
Todavía me acuerdo volver al Canadá en el mes de junio cuando nuestro hijo Andrew era muy pequeño. Era absolutamente imposible acostarlo antes de las 10:00 de la noche, aunque en Colombia estaba acostumbrado a dormirse a las 7:00. En su mente ingenua de bebé, ¿cómo podríamos nosotros sus papas hacerle un mal tan grande y acostarlo cuando todavía era de día, cuando el sol todavía estaba brillando en el cielo? ¡Simplemente no era justo!
Por lo contrario yo, que nací y crecí allá, nunca luché con el aumento o la reducción de horas de día y de noche – era parte normal de la vida: en el verano, de junio a agosto más o menos, los días eran largos y las noches cortas, y uno disfrutaba estar afuera; en el invierno, más o menos de diciembre a febrero, los días eran muy cortos y las noches muy largas, y uno se quedaba más bien encerrado en casa. Así era, y para mi, era normal – el cambio hacía que los días no fueran monótonos, sino variados y por tanto únicos.
Gracias a mi Dios, yo nunca fui una persona que dependía de un clima de sol para mantener un buen ánimo – si fuese así, mi mundo interior hubiese sido tan cambiante como el clima y como las estaciones: alegría en los días largos de sol del verano, y depresión en los días grises y cortos del invierno. Pero no fue así.
Porque, además, yo tenía y todavía tengo muy claro que mi bienestar interno depende solo de Dios. “Porque sol y escudo es Jehová Dios; gracia y gloria dará Jehová. No quitará el bien a los que andan en integridad.” dice el Salmo 84:11. Y Malaquias 4:2 dice: “Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada.” Con Dios en mi corazón como la luz brillante y calorosa del sol, un día gris y corto de invierno no me tiene que desalentar ni abatir – con Dios en mi corazón, aun mis días más oscuros y fríos de aflicción y tribulación pueden tener destellos de esperanza y promesa. No es el sol en el cielo, sino el “sol y escudo” en mi ser interior que me dan la “gracia y gloria” y “el bien” que anhelo en mi vida. Si yo temo al nombre de Dios, y si yo ando en integridad, por más oscura que sea la noche en mi mundo personal, nacerá el Sol de justicia que en Sus alas traerá la salvación que necesito y el gozo que espero.
Amig@: ¿los días grises y fríos te deprimen? ¿tu vida parece ser llena de oscuridad y caos, de los cuales no piensas poder salir? Invita a Dios a vivir y gobernar en tu corazón – aprende a temerle a Él y vivir una vida recta y honrada – y verás como tus tinieblas se transformen en un amanecer lleno de luz, calor, claridad, justicia y salvación. Solo en el “sol” de la presencia de Dios podrás vivir bien, conociendo Su gracia, Su gloria y Su gozo en tu vida. Solo Jehová Dios es el solsticio de verano de tu alma – con Él morando en tu ser interior, nunca más vivirás días de poco y débil sol – con Él todos tus días serán llenos de la luz y el calor de Su gloriosa presencia.
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Ayer, el 20 de junio, era el primer día oficial de verano en el Canadá – y ayer era el día más largo y la noche más corta de todo el año. Se llama el solsticio de verano – la palabra “solsticio” viniendo del latín: de “sol” y de “sistere” que significa “quedarse quieto”. El solsticio de verano es el momento del año en él que el sol alcanza su mayor altura aparente en el cielo, y se refiere al día cuando hay más luz del sol que en cualquier otro día del año. ¡Ayer, mis paisanos disfrutaron 15 horas y 1/2 de sol, desde las 5:36 am hasta las 9:01 pm, y solo 8 horas y 1/2 de oscuridad!
¡Cuánto extraño esos días de verano en mi país! El día parecía nunca terminar – uno podía aprovechar una larga tarde que se extendía hasta la hora de acostarse. Eran horas precisas para tener un asado, ir a un parque, jugar juegos y hacer deportes de verano, caminar en el bosque y nadar en la playa – las posibilidades parecían infinitas. Y como el verano solo duraba unos 2 o 3 meses, uno vivía afuera todo el día, aprovechando cada momento de sol y de calor.
Todavía me acuerdo volver al Canadá en el mes de junio cuando nuestro hijo Andrew era muy pequeño. Era absolutamente imposible acostarlo antes de las 10:00 de la noche, aunque en Colombia estaba acostumbrado a dormirse a las 7:00. En su mente ingenua de bebé, ¿cómo podríamos nosotros sus papas hacerle un mal tan grande y acostarlo cuando todavía era de día, cuando el sol todavía estaba brillando en el cielo? ¡Simplemente no era justo!
Por lo contrario yo, que nací y crecí allá, nunca luché con el aumento o la reducción de horas de día y de noche – era parte normal de la vida: en el verano, de junio a agosto más o menos, los días eran largos y las noches cortas, y uno disfrutaba estar afuera; en el invierno, más o menos de diciembre a febrero, los días eran muy cortos y las noches muy largas, y uno se quedaba más bien encerrado en casa. Así era, y para mi, era normal – el cambio hacía que los días no fueran monótonos, sino variados y por tanto únicos.
Gracias a mi Dios, yo nunca fui una persona que dependía de un clima de sol para mantener un buen ánimo – si fuese así, mi mundo interior hubiese sido tan cambiante como el clima y como las estaciones: alegría en los días largos de sol del verano, y depresión en los días grises y cortos del invierno. Pero no fue así.
Porque, además, yo tenía y todavía tengo muy claro que mi bienestar interno depende solo de Dios. “Porque sol y escudo es Jehová Dios; gracia y gloria dará Jehová. No quitará el bien a los que andan en integridad.” dice el Salmo 84:11. Y Malaquias 4:2 dice: “Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada.” Con Dios en mi corazón como la luz brillante y calorosa del sol, un día gris y corto de invierno no me tiene que desalentar ni abatir – con Dios en mi corazón, aun mis días más oscuros y fríos de aflicción y tribulación pueden tener destellos de esperanza y promesa. No es el sol en el cielo, sino el “sol y escudo” en mi ser interior que me dan la “gracia y gloria” y “el bien” que anhelo en mi vida. Si yo temo al nombre de Dios, y si yo ando en integridad, por más oscura que sea la noche en mi mundo personal, nacerá el Sol de justicia que en Sus alas traerá la salvación que necesito y el gozo que espero.
Amig@: ¿los días grises y fríos te deprimen? ¿tu vida parece ser llena de oscuridad y caos, de los cuales no piensas poder salir? Invita a Dios a vivir y gobernar en tu corazón – aprende a temerle a Él y vivir una vida recta y honrada – y verás como tus tinieblas se transformen en un amanecer lleno de luz, calor, claridad, justicia y salvación. Solo en el “sol” de la presencia de Dios podrás vivir bien, conociendo Su gracia, Su gloria y Su gozo en tu vida. Solo Jehová Dios es el solsticio de verano de tu alma – con Él morando en tu ser interior, nunca más vivirás días de poco y débil sol – con Él todos tus días serán llenos de la luz y el calor de Su gloriosa presencia.