Hasta Los Espejos de los Carros Me Ensenan

Hasta Los Espejos de los Carros Me Ensenan

Viernes, junio 22 del 2012

Hace unos días mi esposo me contó de una modalidad actual de robo aquí en nuestra ciudad. Uno anda en el carro de uno a ciertos lugares, estaciona, deja el carro para hacer una vuelta, y cuando regresa, ya no tiene espejos laterales. Alguien los ha robado, para venderlos – lo más probable para poder comprar droga. ¿Qué hay que hacer entonces? Hay que ir a los sitios donde venden chatarra y cachivaches, cosas compradas y robadas también, ¡y volver a comprar los mismos espejos que le acaban de desvalijar! ¿Cómo así? Uno compra el carro junto con los espejos por un precio – y después, hay que volver a comprar los mismos espejos por un precio adicional, porque alguien tuvo la osadía de robarlos. ¡Me parece increíble, inaudito!

Pero, de una triste realidad como ésa, uno aprende – y manda a ponerles un seguro a los espejos para que ya no se puedan quitar y robar.

Este lamentable descubrimiento me hizo pensar en nuestra vida aquí en la tierra:

-    todos los seres humanos pertenecen a su Creador y Dueño, Dios Padre – así como el carro nuestro nos pertenece a nosotros – dice el Salmo 100:3: “Reconoced que Jehová es Dios; El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; pueblo suyo somos, y ovejas de su prado.”

-    pero vino Satanás, el ladrón que solo viene a robar y matar y destruir (Juan 10:10), y desvalijó nuestras vidas, robándonos de la presencia del Padre y haciéndonos esclavos de él  – así como el ladrón roba nuestros espejos – 2 Timoteo 2:26 habla de los que se oponen a Dios, y afirma que están metidos en el lazo del diablo y que son cautivos a la voluntad de él 

-    ¡Gracias a Dios! llegó Jesús el Hijo de Dios, y ofreció volver a comprar y adueñarse de nuestras vidas a precio de Su propia sangre – así como nosotros tenemos que volver a comprar los espejos que nos saquearon – dice 1 Corintios 6:19,20: “¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios? Ustedes no son sus propios dueños; fueron comprados por un precio. Por tanto, honren con su cuerpo a Dios.”

Amig@: ¡¿No te parece increíble, inaudito?! ¡Él que era nuestro Dueño, nos perdió por nuestro pecado y nuestra culpa, y se ofreció a volver a comprarnos para Sí mismo con Su propia vida! De verdad, ¡es asombroso! Así como nosotros hemos tenido que comprar los espejos de nuestro carro dos veces, primero con el precio del carro y después cuando nos los robaron – así Dios estaba dispuesto a “comprarnos” a nosotros dos veces, primero por el “precio” de crearnos y después pagando el precio de redimirnos.

Y para que el diablo no nos vuelva a robar, Dios nos ha sellado con Su Espíritu Santo, como lo declara Efesios 1:13: “En él (Cristo) también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa.” Y 2 Corintios 1:21,22 habla de “Dios,  el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones.”

Esta es una analogía, y las analogías nunca son perfectas – ésta no es la excepción. Entre otras cosas porque mi esposo y yo, si nos tocara volver a comprar unos espejos robados, lo haríamos quejándonos y refunfuñando por la injusticia del hurto y del gasto adicional. Por lo contrario, nuestro Padre celestial envió a su Hijo Jesucristo al mundo para pagar el precio de volver a comprarnos: de puro amor (Juan 3:16) – mostrando las abundantes riquezas de su gracia (Efesios 2:7) – deleitándose en ofrecer misericordia (Miqueas 7:18) – evidenciando Su inmensa bondad (Salmo 51:1).  Nosotros pagaríamos el precio “de pura piedra” – Dios lo pagó “de pura gracia”.
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