Salmo 33:2 - Toma 1

Salmo 33:2 - Toma 1

Lunes Mayo 29, 2023

 

La cosa más rara me sucedió hoy.

Mientras trabajaba en Reflexiones Para Vivir – pensando y orando, escribiendo y re-escribiendo mis pensamientos sobre el Salmo 33 – me di cuenta que tenia dos reflexiones tituladas Salmo 33:2 en el escritorio de mi computador. Naturalmente asumí que la segunda era una simple copia de la original. Pero luego, al leer las dos, descubrí que eran diferentes. Entonces, asumí que me había equivocado con el versículo que estaba trabajando: que sí, una reflexión sí estaba basada en el versículo 2, pero que la otra quizás era una copia de mis reflexiones sobre el Salmo 33:1 o el Salmo 33:3, y simplemente y erróneamente la había titulado Salmo 33:2. Pero al mirar más atentamente, vi que no, no me había equivocado: de una manera u otra, en las ultimas semanas, había escrito dos reflexiones completamente distintas sobre exactamente el mismo versículo.

¡No lo podía creer! ¡No podía creer que mi memoria era tan mala que se me había olvidado que ya había escrito una reflexión sobre el versículo 2 – entonces escribí otra! ¡Y no podía creer que hubiese sido capaz de escribir dos meditaciones completamente diferentes sobre el mismo versículo en primera instancia! La cosa es ésta: este proyecto dado por Dios de meditar, estudiar, memorizar y escribir una reflexión sobre cada versículo del Salmo 33 ha sido un reto muy desafiante y al mismo tiempo una aventura de mucha fe para mi. Entonces, el hecho que hubiese podido escribir no solo una, sino dos, reflexiones sobre un mismo versículo – bueno, ¡eso me ha sorprendido grandemente!, y ha fortalecido mi fe en que, con la ayuda de Dios, ¡si lo voy a poder hacer!

Por lo tanto, por raro que sea, el Salmo 33:2 tendrá dos publicaciones: Toma 1 y Toma 2. Porque las dos tomas valen la pena leerlas y meditarlas.

Entonces, empecemos con el Salmo 33:2 – Toma 1…

“Aclamad a Jehová con arpa;

cantadle con salterio y decacordio.”

En el siglo 21 de hoy en día, escuchamos acerca de alabar a Dios con “arpa” y con “decacordio” – y, o ni sabemos que tipos de instrumentos son; o, si sí lo sabemos, nos imaginamos una alabanza bien callada, bien lenta y bien aburridora. Después de todo, cuando pensamos en un arpa, pensamos en un sencillo pastor de ovejas llamado David tocando y cantando en una habitación toda oscura y silenciosa para un Rey Saúl todo angustiado y deprimido. O visualizamos pequeños y gorditos ángeles sentados sobre nubes esponjosos en el cielo tocando las cuerdas de sus harpas mecánicamente y sin interés alguno.

Pero, en el tiempo cuando este salmo fue escrito y tocado y cantado – hace unos 3000 años – la alabanza del Antiguo Testamento era todo menos callada y lenta y aburridora!

El pueblo de Dios tenía muchos diferentes instrumentos en esos días, la mayoría de los cuales sí podemos identificar hoy – algunos de los cuales, no.  

Había instrumentos de cuerda que se golpeaban o se punteaban: como el arpa, o como el laúd que es parecido a una guitarra.

Había instrumentos de viento: como el “shofar” hecho del cuerno de un carnero, trompetas hechas de bronce o de plata, flautas hechas de caña o madera o hueso, y gaitas hechas de juncos.

Y había instrumentos de percusión: como pequeños tambores de mano, panderetas, címbalos, castañuelas y cornetas de todos los tamaños y formas y sonidos.

Sí, de vez en cuando se tocaban solos – como acompañamiento sencillo y apacible de un solo cantante.

Pero la mayoría del tiempo, fueron tocados todos al mismo tiempo – con a veces docenas y generalmente con cientos de músicos golpeando y punteando y soplando y pegando todos juntos.

Las trompetas se sonaban para reunir el pueblo en asamblea general y para darle dirección: como cuando el campamento de Israel estaba en el desierto y Dios lo ordenaba a levantarse y seguir caminando. Se sonaban para hacer un anuncio o una proclamación: como cuando Moisés preparó el pueblo de Israel para oír los 10 Mandamientos. Se sonaban cuando había una amenaza de guerra – o como señal para entablar combate.

Muchos de los instrumentos se sonaban durante las numerosas celebraciones y festividades anuales judías – siempre junto con muchos cantos jubilosos, muchos gritos exuberantes y mucha danza.

Y sobre todo, todos los instrumentos sonaban durante los tiempos de adoración en el Templo, con cientos de sacerdotes y músicos levíticos tocando y cantando y dirigiendo la congregación entera en alabanza y adoración. Cuando pensamos en muchos miles de personas alabando junto con cientos de músicos y cantantes y bailarines dirigiéndolos, sin duda la alabanza en el Templo no fue tan calmada ni tan apagada como los instrumentos en sí parecen sugerirnos hoy.

Muchas veces la Biblia se refiere al pueblo de Israel celebrando delante de Dios “con todas sus fuerzas” – con “ciento veinte sacerdotes soplando trompetas”, con “címbalos resonantes”, con mucho “batir de manos”, con muchos “gritos de jubilo”, y con canciones y danzas llenas de vida y gozo.

Entonces, devolvámonos al Salmo 33:2…

“Aclamad a Jehová con arpa;

cantadle con salterio y decacordio.”

Sí, en el mundo moderno de hoy podemos estar solos en nuestro aposento alto en adoración privada – con solo nuestras voces, o junto con una guitarra o un piano sencillo. O podemos estar en una iglesia o un auditorio muy grande, junto con miles de adoradores más, todos dirigidos en alabanza por una banda musical dinámica y llena de alegría.

Pero, estemos solos o junto con otros, aclamemos a Jehová y cantémosle con todo lo que tenemos y todo lo que somos: como los israelitas de antaño, alabemos al único Dios viviente con todas nuestras fuerzas, con canticos exuberantes y gritos de jubilo, con instrumentos y danzas, con pasión y con gozo.

Para eso fuimos creados. Para adorar a Dios.

Como lo dijo una vez John Piper de Desiring God Ministries:

“No adora a los ángeles, ¡adora a Dios! No adora a nada, ¡adora a Dios! No descuida a Dios ni aborrece a Dios, ¡adora a Dios! Ese es el ultimo capitulo de la Biblia, y ese es el ultimo deber del ser humano: ¡adorar a Dios!” – en espíritu y en verdad, todos los días y todo el tiempo, en lo más profundo de tu corazón.

¡A memorizarlo hoy! ¡Y a vivirlo esta semana!

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