Obediencia - Parte 6: Aprendiendo a Obedecer Mediante el Sufrimiento

Obediencia - Parte 6: Aprendiendo a Obedecer Mediante el Sufrimiento

Tristemente, la obediencia no nos viene rápido ni fácil a nosotros los seres humanos. 

Nuestra tendencia humana natural y pecaminosa NO es la obediencia, sino la DESobediencia: una obstinación y una contumacia resueltas - una rebeldía decidida. Un constante escoger nuestra propia voluntad y nuestros propios caminos por encima de la voluntad y los caminos de Dios.

Una obedience de corazón simplemente no nos llega naturalmente ni automaticamente. Tenemos que “aprender” a obedecer - ser enseñados e instruidos por ella - adquirirla, absorberla, amaestrarla, ser transformada por ella. 

Y, desafortunadamente, porque va tan contrario a nuestra naturaleza humana, casi siempre tenemos que aprenderla de la manera más difícil: es decir, a través del sufrimiento, de la adversidad y del dolor. 

En los días de su vida mortal, Jesús ofreció oraciones y súplicas con fuerte clamor y lágrimas al que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su reverente sumisión. Aunque era Hijo, mediante el sufrimiento aprendió a obedecer; y, consumada su perfección, llegó a ser autor de salvación eterna para todos los que le obedecen. ~Hebreos 5:7-9

Aun Jesús, el gran y exaltado Jesús, en Sus días aquí en la tierra tuvo que aprender a obedecer mediante el sufrimiento: clamando y llorando fuertemente, orando y ofreciendo súplicas a Su Padre en el cielo para salvarlo de la agonía de la muerte. Las Escrituras dice que fue escuchado por Su reverencia y Su devoción piadosas - pero, aun así, la voluntad de Dios para El fue morir, y Jesús aceptó y obedeció. El, como Hijo amado de Dios, “aprendió a obedecer mediante el sufrimiento”. 

Cuánto más nosotros, entonces, tendremos que sufrir también y pasar por dificultades y adversidades y dolor para poder aprender a obedecer, para poder dejar atrás nuestra contumacia y nuestra rebeldía naturales y escoger con prontitud y con alegría la voluntad y los caminos de Dios por encima de los nuestros. 

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