LA CUARESMA 2024: Dia 14 - VIDA DE CRISTO

LA CUARESMA 2024: Dia 14 - VIDA DE CRISTO

LA CUARESMA 2024: DIA 14 – Jueves Febrero 29

 

“Habiendo llegado la hora de su exaltación, puesto que dentro de veinticuatro horas se entregaría a sí mismo, reunió en torno a Él a sus doce apóstoles. En un acto sublime dio la interpretación del significado de su muerte. Declaró que estaba marcando el comienzo del Nuevo Testamento o pacto, ratificado por su muerte de sacrificio. Con ello quedaba cumplido todo el sistema de sacrificio de los tiempos mosaicos y premosaico.

 

Puesto que su muerte era la razón de su venida, ahora instituyó para sus apóstoles y para la posteridad un acto conmemorativo que Él había prometido cuando dijo que Él mismo era el Pan de Vida. “Y tomando un pan, después de haber dado gracias, lo partió, y se lo dio a ellos, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es entregado.” (Lucas 22:19)

 

Luego tomó en sus manos una copa de vino y dijo: “Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre, la del nuevo pacto, la cual es derramada por muchos, para remisión de pecados.” (Mateo 26:28)

 

Así, de una manera simbólica o incruenta, se les presentaba a los apóstoles la muerte de Jesús que había de tener efecto la tarde siguiente… En este acto, nuestro Señor era lo que sería en la cruz al día siguiente: sacerdote y víctima al mismo tiempo. En el Antiguo Testamento y entre los paganos, la víctima, como, por ejemplo, una cabra o una oveja, era algo distinto del sacerdote que la ofrecía. Pero en esta acción eucarística y en la cruz, Él, el sacerdote, se ofrecía a sí mismo; por lo tanto, Él era asimismo la víctima.

 

A continuación vino el divino mandato de continuar la conmemoración de su muerte: “Haced esto en memoria de mí.” (Lucas 22:1)

 

¿Por qué usó nuestro Señor el pan y el vino como los elementos de su conmemoración?... No hay en la naturaleza otras dos substancias que hayan de sufrir más antes de llegar a ser lo que son. El trigo ha de pasar por los rigores del invierno, ha de ser triturado debajo del calvario de un molino y sometido al fuego purificador antes de llegar a ser pan. A su vez, las uvas han de pasar por el getsemaní del lagar y ser aplastadas para poder convertirse en vino. De esta manera simbolizan la pasión y los sufrimientos de Cristo, y la condición de la salvación, puesto que nuestro Señor afirmó que, a menos que muramos a nosotros mismos, no podemos vivir en Él… En la naturaleza no hay otras dos substancias que como el pan y el vino hayan alimentado tanto a los hombres desde los tiempos más remotos. Al llevar estos elementos al altar es como si los hombres se ofrecieran a sí mismos.

 

Mas, puesto que la conmemoración de nuestro Señor no fue instituida por sus discípulos, sino por Él mismo, y puesto que Él no había de ser vencido por la muerte, sino que resucitaría a una nueva vida, quiso que, así como Él miraba ahora hacia adelante, hacia su muerte redentora en la cruz, de la misma manera todas las épocas cristianas, hasta la consumación del mundo, miraban hacia atrás, hacia la cruz… Lo que Él estaba haciendo ahora miraba hacia delante, hacia la cruz; lo que ellos harían… era mirar atrás, hacia su muerte redentora… Rompió el pan para indicar que su cuerpo humano sería roto por la muerte, y también para indicar que Él era víctima por su propia voluntad. Lo rompió por su voluntaria entrega, antes de que sus verdugos lo rompieran por la crueldad voluntaria de ellos.

 

Nuestro Señor no dijo nunca a nadie que escribiera acerca de su redención, pero dijo a sus apóstoles que la renovaran, la aplicaran y la conmemorasen, prolongándola a través de los tiempos, al obedecer las órdenes que Él les había dado en la última cena. No quería que el gran drama del Calvario se representara una vez, sino que se representara siempre. No quería que los hombres fueran simplemente lectores de su redención, sino actores de ella, ofreciendo a su vez su cuerpo y su sangre junto con el cuerpo y la sangre de Él, en su renovación del Calvario, diciendo con Él: “Esto es mi cuerpo y esto es mi sangre”; muriendo a sus bajos instintos para vivir a la gracia… Que el Padre celestial, al mirar hacia ellos, los viera en su Hijo.”

 

 

(Capitulo 36, pgs. 331- 336)

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