Quebrantamiento: Atrévete a Entrar en la Vida Abundante, Capitulo 3 - por Ann Voskamp

Quebrantamiento: Atrévete a Entrar en la Vida Abundante, Capitulo 3 - por Ann Voskamp

Parece que el mundo se ha creado especialemente para este fin,

para que el eterno Hijo De Dios pudiera tener una esposa

a la que dirigir la infinita benevolencia de su naturaleza,

y sobre la que poder, por así decirlo, abrir y derramar

toda esa inmensa fuente de condescendencia, amor y gracia que había en su corazón. 

- Jonathan Edwards

 

Hagan esto en memoria de mí. Hagan que el siempre presente Cristo esté continuamente presente. Sean de continuo parte de la re-membranza del quebrantamiento…

 

Ingerimos lo que está partido. Nos convertimos en lo que está roto. El trigo ha sido triturado. Cada grano fue destrozado para este pan. Se machacaron todas las uvas… Somos el cuerpo sustentado por su partimiento su entrega, sustentado por esta Ultima Cena, que durante siglos se llamó simplemente “acción de gracias”: eucaristía. 

 

Así es como vives con tu corazón roto: lo das…

 

Este pan y esta sangre son símbolos de su muerte, y son la esencia de nuestra nueva vida…

 

Todo nuestro quebrantamiento confluye en el misterio del quebrantamiento y entrega de Cristo, y se convierte en el milagro de la abundancia…

 

Muerte y resurrección. La paradoja irrumpe renovada: a menos que muramos, a menos que nos entreguemos, a menos que nos sacrifiquemos, seguimos estando solos. Sola. Pero cuando morimos, cuando nos entregamos, cuando nos sacrificamos, es cuando experimentamos la abundancia… La vida que se rinde al máximo… es la que rinde al máximo…

 

Un rabino judío comenzaba a enseñar sobre las costumbres nupciales de los judíos del siglo I. Dijo que, cuando un hombre había decidido con quién quería casarse, su padre llenaba una copa de vino y se la pasaba a su hijo. El hijo entonces se volvía hacia la joven a la que amaba y, con toda la solemnidad de un juramento ante el mismo YHWH Todopoderoso, el joven le tendía la copa de vino a la mujer y le pedía la mano en matrimonio. La petición era con estas palabras: “Esta copa es un nuevo pacto en mi sangre, que yo te ofrezco.” … Este rabino judío ortodoxo describía las costumbres nupciales del siglo I, una propuesta de matrimonio, con las palabras que Jesús habí usado aquella noche: “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que yo les ofrezco.” … La Ultima Cena fue una alianza nupcial…

 

Jesús te dice a ti con esta copa: “Te amo. Te quiero. Me prometo a ti. Me comprometo contigo. Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que yo te ofrezco. ¿Me amas? ¿Quieres prometerte a mí?” … ¿Establerás un compromiso conmigo como yo lo he hecho contigo? …

 

Escribió Martin Lutero… “¿Acaso … el novio rico, noble y bueno, se despose con una insignificante ramera, pobre, despreciable y mala, sacándola así de todo mal y adornándola con toda clase de bienes? Ya no es posible que el alma sea condenada por sus pecados una vez que éstos también son de Cristo, en el cual han perecido.” ¿Quién te ha amado jamás así hasta la muerte? ¡Cristo, el novio rico, noble y santo, toma en matrimonio a esta pobre pequeña ramera, despreciable y pecador, se lleva todo su mal y le otorga todas sus bondades! Ya no hay posibilidad de que el pecado la abrume, porque ella ahora está en Cristo.” 

 

“¿Quién entonces puede apreciar en toda su dimensión lo que significa este matrimonio real?” Lutero le pide al creyente que se aferre a lo incomprensible: “¿Quién puede entender las riquezas de la gloria de esta gracia? … Y ella tiene esa justicia en Cristo, su esposo, y puede jactarse de que esa justicia es suya y que puede presentar sin temor sus pecados ante la muerte y el infierno y decir: “Aunque yo he pecado, mi Cristo, en quien creo, no ha pecado, y todo o suyo es mío, y lo mío es suyo”.”

 

¿Cómo puede ser esto? Cuando estamos desnudos y avergonzados y solos en nuestro quebrantamiento, Cristo nos envuelve con su gracia íntima. Cuando nos rechazan y abandonan y nos sentimos lejos de ser queridos, Jesús nos sujeta la cara con las manos: “Acércate, amada mía.” Cuando estamos sucios, manchados de la1grimas y desesperados, atraemos a Jesús y nos propone un amor imperecedero: “Yo asumo todo lo que estás cargando… y todo lo que soy es tuyo.” …

 

“En última instancia, todo se reduce a los siguiente: la causa real de nuestro problema es que perdemos de vista que estamos unidos a Cristo”, escribió Martyn Lloyd-Jones…

 

Los pedazos de mí, los escombros que no sabía cómo recomponer el dolor que me mantenía levantada en la noche y para el que ni siquiera tenía palabras… ninguno de mis pedazos encontraría paz hasta que pude ver, sentir y entrar de una manera vivencialmente en la realidad de mi unión con Cristo. La paz no es un lugar, es una Persona. La paz no es un lugar al que llegar, sino una Persona en la que permanecer. “Yo soy su paz”, dice Jesús…

 

¿Es así como vives con tu corazón roto? Tu corazón roto solo se cura mediante la unión con él…

 

Dar gracias, luego partir y dar… El eucaristía, luego la koinonía… 

 

No somos llamados simplemente a conocer a cristo; somos llamados a participar en la unión total con Cristo. El se parte y da su vida por los rotos. Y en la comunión - koinonia - los rotos obtienen la vida que se le dio a El… 

 

Siempre que olvido entra el temor. Somos llamados a ser personas conocidas por recordar, un pueblo que recuerda. Si te olvidas de dar gracias, te olvidas de quién es Dios… 

 

El quebrantamiento se puede sanar con la remembranza. Hacer remembranza de nuestra unión, de nuestra comunión, de nuestra kononia, con Cristo. Hacer re-membranza sana el quebrantamiento…

 

Por eso somos llamados a ser el pueblo de la re-membranza, que rememora el corazón de Dis por nosotros, rememora la cruz y la comunión y la crucifixión, rememora la koinonía, se acuerda de partirse y darse al mundo, para que así Jesús recomponga todos nuestros corazones desmembrados…

 

Es como si fuera un loco desafío a la vida cruciforme, a permitir que la vida llegue a tener la forma de una cruz.

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