La Serenidad

La Serenidad

La serenidad no es estar a salvo de la tormenta, sino encontrar la paz en medio de ella.

En tormentas o en temblores, fisicos o emocionales, necesitamos buscar y hallar nuestra seguridad y nuestra tranquilidad en Dios. Mientras todo se mueve y cambia alrededor nuestro, El y solo El es inamovible e inmutable. Solo a El nos podemos aferrar, y solo El nos sostendra.

Anoche tuve un sueño que recuerdo. No soy muy dada a los sueños, y normalmente no los recuerdo aun si los tengo. Pero el de anoche, por lo casi-real, ha quedado vívido en mi mente y en mi corazón.

Estaba caminando con mi familia y unos amigos sobre una senda a través de un bosque. Algunos empezaron a correr para llegar más rápido y alcanzar una cita que tenían. Yo quedé atrás. De un momento a otro, escuché un sonido que tronaba detrás de mí - un estruendo tan fuerte y abrumador que volteé a mirar. Lo que vi y escuché debería de haberme asustado demasiado: cientos y cientos de carruajes plateados, sus enormes ruedas llenas de chuzos y cuchillas de metal, sus caballos grandes y fuertes y sudando por la carrera, sus jinetes parados y gritando, y un terrible rugir que se acercaba más y más cada segundo.

¡Sentí que venían por mí! Pero aun así, no estaba asustada. Miré alrededor mío para ver donde me podía esconder y proteger - solo habían unos pequeños y delgados arbolitos - pero corrí y me amparé detrás de uno. Momentos más tarde, estaba rodeada de carros de guerra, de polvo, de truenos y gritos - pero nada me tocó, nadie me hirió. Todos los carros siguieron derecho hasta despeñarse por un abismo - y yo quedé sola en el bosque, ilesa y algo sorprendida. Porque no solo no me había pasado nada malo, pero me di cuenta que en ningún momento había sentido temor: en medio de la batalla alrededor mío, solo sentí una paz y una confianza que sobrepasan todo entendimiento y toda lógica. Dios no me había salvado de la guerra – pero me permitió encontrar y sentir la serenidad en medio de ella.

Un sueño muy diciente, porque en estos días he sentido fuertemente una batalla espiritual alrededor de mi, y he podido “ver” y “escuchar” los “carros de guerra” de nuestro enemigo Satanás acercándose a mí y queriendo destruirme. Por momentos me he atemorizado – pero, a través del sueño, he podido entender que Dios me ha asegurado Su divina presencia y protección, y que me quiere dar una tranquilidad y una paz que solo Él puede dar en medio de la batalla.







 
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