Jesús una vez proclamó a Sus discípulos: “YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA.” ~Juan 14:6
Por lo tanto, el único camino hacia adelante en esta vida es JESUS, el Camino mismo.
DÍA 20: Hoy estás en el camino cuando el camino que andas tiene cruces, aflicciones, persecuciones y abnegaciones, porque ese ha sido siempre el camino de Cristo.
Cuando nos comprometemos a tomar nuestra cruz y vivir cruciformes - es cuando toda la vida comienza a transformarse.
¿Qué cruz es la tuya ahora? Para llevar por el gozo puesto delante de ti de llegar a ser partícipe de los sufrimientos de Cristo.
Esta es una forma profundamente contra-cultural de vivir. Pero este es el mundo de nuestro Padre, y en el mundo de nuestro Padre, vivir cruciforme es la forma del mayor poder sobrenatural. Donde el camino de Jesús nunca se trata de la movilidad hacia arriba, sino siempre del camino que va más abajo, el camino de la cruciformidad y la intimidad con Dios.
Una vida de cruciformidad se parece a una vida de “alcance” hacia la intimidad [con Dios y otras personas].
En cada encrucijada, el llamado es a recordar la dirección del Camino mismo a Quien seguimos, y Él siempre lleva una cruz, y va por el camino del sufrimiento, hacia un lugar de muerte. ¿Por qué esperamos otra trayectoria cuando estamos siguiendo a Jesús?
Si queremos que el Hacedor de Caminos abra un camino, debemos confiar en que Su camino siempre pasa por el sufrimiento. No tiene otro camino. No porque Él no nos ame, sino exactamente porque lo hace. Dios es amor. Así, sólo Él tiene el derecho de definir el amor. Y Él define el amor en forma de cruz, cruciforme, extendido, sacrificando la vida en una entrega que alcanza.
Si el camino que estamos caminando no tiene cruces, aflicciones, persecuciones y abnegaciones, ¿estamos en el camino de Cristo?
Nuestro camino puede ser amplio y egoísta. Su camino es angosto y abnegado.
