Cuando una puerta se cierra, otra se abre; pero muchas veces miramos por tanto tiempo y con tanto pesar a la puerta cerrada, que no vemos la puerta que se nos ha abierto. 

(Alexander Graham Bell)

¡Cuán verdadera es esta frase de vida! A veces, con tristeza y con nostalgia miramos y miramos hacia una puerta que se nos ha cerrado por la razón que sea, y no nos damos cuenta que, en otro lugar, hay una mejor que se está abriendo para nosotros.
 

Y unos datos curiosos acerca de Alexander Graham Bell: ¿lo conoces? ¿has oído de él? Yo sí, porque cuando estudiaba en el Canadá, el era conocido y propagado como el inventor canadiense del teléfono. De hecho, BELL CANADA hoy en día es la compañía de telecomunicaciones más grande del Canadá, proveyendo servicios de telefonía fijo, telefonía móvil, televisión e internet a todo el país.
 
Una cosa interesante es que el Sr. Bell no era canadiense: nació en Escocia en 1847 – y 75 años más tarde, en 1922, murió en el Canadá.

Y lo otro interesante es que, a partir de este siglo 21, ya no es reconocido como el inventor inicial del teléfono. Ese honor se le otorgó póstumo al italo-americano Antonio Muecci, quien había inventado un aparato de transmisión del habla unos años antes que el Sr. Bell, pero quien no alcanzó patentarlo primero.

Pero sea quien sea el creador del teléfono hace unos 160 años, ¿cómo sería el mundo de hoy sin estos aparatos?