Salmo 33:2 - Toma 2

Salmo 33:2 - Toma 2

Lunes Junio 5, 2023

 

Esta semana, el Salmo 33:2 - Toma 2. 

Porque cuando escribi esta reflexion, se me habia olvidado que ya habia escrito una acerca de este mismo versiculo... ;) Entonces, aqui hay otra perspectiva de las mismas palabras: 

“Aclamad a Jehová con arpa;

cantadle con salterio y decacordio.”

Parece que desde siempre la música ha hecho parte del universo creado. Quizás ha existido aun antes de la creación de este mundo que conocemos. Porque no me sorprendería si la música es parte de Dios mismo, parte de quien es El en Su ser.

Obviamente, hay música en la tierra. De hecho, constantemente estamos rodeados de ella: de sonidos, de voces, de instrumentos y de cantos en todos sus géneros y estilos. Hay música sencilla y música compleja – música trascendental e inspiradora, y música vulgar y deprimente – hay música que lleva el corazón y el espíritu al cielo en adoración y gratitud, y hay música que lleva el alma a la muerte, espiritual y literalmente hablando.   

Por la Palabra de Dios sabemos que, así como en la tierra pero seguramente infinitamente más hermosa y gloriosa, hay y habrá música en el cielo y por  la eternidad – al menos con harpas (Apocalipsis 5:8 y 15:2) y con voces: 

“Y oí a cuanta criatura hay en el cielo, y en la tierra, 

y debajo de la tierra y en el mar, 

a todos en la creación, que cantaban:

«¡Al que está sentado en el trono y al Cordero,

sean la alabanza y la honra, la gloria y el poder,

por los siglos de los siglos!»” 

(Apocalipsis 5:13)

La Biblia nos dice que los ángeles cantan.  

  • Los ángeles cantaron cuando la tierra fue creada: 

“¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?

Házmelo saber, si tienes inteligencia…

mientras cantaban a coro las estrellas matutinas

y todos los ángeles gritaban de alegría…”

(Job 38:4,7)

  • Cantaron cuando Jesús nació en Belén: 

“De pronto,

muchos ángeles aparecieron en el cielo

y alababan a Dios cantando:

«¡Gloria a Dios en el cielo,

y paz en la tierra

para todos los que Dios ama!»”

(Lucas 2:13-14)

  • Y ángeles cantarán al final de los tiempos, en la revelación del libro de la vida y sus siete sellos – y de Jesucristo, el Cordero y el León de la tribu de Judá, el único digno de tomar el libro y desatar sus sellos:

“Y cuando hubo tomado el libro,

los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos

se postraron delante del Cordero;

todos tenían arpas… y cantaban un nuevo cántico…

Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono,

y de los seres vivientes,

y de los ancianos;

y su número era millones de millones…”

(Apocalipsis 5:8-11)

Y no solo los ángeles cantan: toda la creación hace música a Dios.

“Toda la tierra se postra en tu presencia,

y te cantan salmos;

cantan salmos a tu nombre.”

(Salmo 66:4)

Todo el Salmo 148 es una exhortación a que la creación entera exalte y alabe a Dios: los ángeles – el sol, la luna y las estrellas – los monstruos marinos – el relámpago, el granizo, la nieve, la neblina y el viento – los montes y los arboles – todos los animales en el aire y en la tierra – los reyes, los príncipes y los gobernantes de las naciones – los jóvenes, los ancianos y los niños… 

Todos conocemos el cantico diario de las aves. Pero también cantan algunos insectos, sapos, ratones, murciélagos, y algunas ardillas y ballenas – quizás no para el oído humano, pero sí al oído sobrenatural de Dios. 

Pero más allá aun: la ciencia moderna apenas está descubriendo que aun lo inanimado de la creación, los mismos cielos por ejemplo, hacen música. La astronomía radial ha descubierto que los cielos están llenos de estrellas que emiten señales, señales que cuando son recibidas por una radio, producen una música increíble, similar al sonido de las ballenas.

Por eso, no nos debería sorprender si las palabras del Salmo 96:11-12 podrían entenderse bastante literal:

“¡Alégrense los cielos, regocíjese la tierra!

¡Brame el mar y todo lo que él contiene!

¡Canten alegres los campos y todo lo que hay en ellos!

¡Canten jubilosos todos los árboles del bosque!”

Si los científicos hoy en día han aprendido que los cielos y las estrellas producen música, ¿por que no los campos y los arboles también? 

Entonces, si la música parece estar en el corazón de Dios – si sabemos que ha existido al menos desde la creación del universo, si no antes – si entendemos que estará en el cielo y por toda la eternidad – si todo lo creado, sean ángeles o animales o lo inanimado de la creación, hace música y canta con regocijo y en alabanza a su Creador… entonces, ¡cuanto más nosotros también, los seres humanos aquí en la tierra, somos llamados a hacer música en alabanza y a cantar en adoración a Dios! Sea con instrumentos como el arpa, el salterio y el decacordio de antaño, o con nuestros instrumentos modernos – sea con nuestras voces humanas: ¡que todo lo que somos, tenemos y hacemos aclame y cante al Señor!

¡A memorizarlo hoy! ¡Y a vivirlo esta semana!

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