Es Evidente o No

Es Evidente o No

Viernes, enero 18 del 2013

¡Qué confrontada me pegué con la Palabra de Dios esta madrugada! Todavía me siento algo desconcertada con lo que leí y medité – aunque Dios es fiel y bueno, y junto con la confrontación siempre proporciona también Su apoyo y Su ayuda …

Hace unos 2000 años, el apóstol Pablo escribió las siguientes palabras a los cristianos de Corinto – pero siguen siendo palabras vigentes como si hubiesen sido escritas ayer: “Es evidente que Uds. son una carta de Cristo, expedida por nosotros, escrita no con tinta sino con el Espíritu del Dios viviente; no en tablas de piedra sino en tablas de carne, en los corazones.” – una carta “conocida y leída por todos los hombres”. (2 Corintios 3:3 y 2)

Hmmm … “carta” – “escrita” – “tinta” – “tablas”: todas estas palabras me hablan al corazón, porque yo también escribo. No diría que soy “escritora” – definitivamente no como los grandes, profundos y prolíficos escritores que todos conocemos. No escribo libros largos e importantes y trascendentes – solo unas pocas reflexiones cortas y sencillas que me salen del corazón. Mis escritos no son conocidos por muchos, y no soy para nada famosa. Pero sí me gusta escribir, y siento que en una medida pequeña Dios me ha dotado para hacerlo. Por eso, las palabras de Pablo me hablan …

Y me pregunto: obviamente, en nuestro mundo moderno, mis reflexiones no son escritas con tinta, ni en tablas de piedra – sino en mi portátil, y compartidas a través del Internet. Pero, ¿son escritas con el Espíritu del Dios viviente? ¿cada reflexión es una carta del mismo Cristo? ¿será que son conocidas y leídas, y quedan escritas en las tablas de los corazones de los que las leen? Porque si no, ¿para qué escribir y compartirlas? Si mis reflexiones no tienen la vida que trae el Espíritu de Dios, si no permanecen grabadas en los corazones, si no son “cartas de Cristo” – en verdad, yo creo que no tienen valor trascendente.

Pero no solo mis reflexiones. Mucho más allá y mucho más importante que lo que escribo, me pregunto acerca de mi vida: ¿COMO ES MI VIDA?

-    ¿mi vida es conocida y leída por todos los hombres? ¿y qué es lo que conocen de mi vida al leerla?
-    ¿”es evidente” que yo soy una carta de Cristo?
-    ¿mi vida es escrita con el Espíritu del Dios viviente? ¿y así, mi vida trae y da vida?
-    ¿mi vida es escrita en tablas de carne, en los corazones? ¿mi vida sí deja las huellas de Jesús en los corazones de las personas que me conocen y me leen?

Como dije al principio: ¡qué confrontada! Si no fuese por las palabras que el apóstol Pablo escribió inmediatamente después de este desafío tan grande, me hubiese quedado derrotada y desesperanzada. Pero, alabado sea Dios porque “esta es la confianza que delante de Dios tenemos por medio de Cristo. No es que nos consideremos competentes en nosotros mismos. Nuestra capacidad viene de Dios. El nos ha capacitado para ser servidores de un nuevo pacto, no el de la letra sino el del Espíritu; porque la letra mata, pero el Espíritu da vida.” (vs.4-6) Gracias a Dios, no es mi propia aptitud ni suficiencia que cuentan – mi capacidad viene de Dios mismo. Es Él que me capacita, día tras día, momento tras momento, para ser y para servir como Él lo desea. Es Él que me habilita para que mi vida pueda dar vida. Gracias a Dios, “esta es la confianza que delante de Dios tenemos por medio de Cristo.”

Amig@: si alguien leyera tu vida hoy, como se lee una carta o un libro, ¿encontraría a Jesús en tus páginas? Al conocerte, ¿los demás saben y sienten que están leyendo una carta de Cristo? ¿Tu vida tiene grabadas las huellas de vida del Espíritu de Dios? Si te falta mucho, como a mí, ten confianza: tu capacidad para todo esto viene de Dios. Él “es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros”. “A Él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.” (Efesios 3:20,21) 
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