Dia 4 - Practicando El Ayuno

Dia 4 - Practicando El Ayuno

Sábado, marzo 8 del 2014

Hoy es el día 4 de la Cuaresma.

Ayer reflexionamos sobre estar “en el desierto”, y el duro trabajo de quietud y examinación del alma que nos toca hacer cuando por fin nos encontramos a solas con Dios. 

Hoy pensaremos en otro aspecto del tiempo de Jesús en el desierto: el ayuno.

Mateo 4:2 dice, “Y después de haber ayunado 40 días y 40 noches, tuvo hambre.” Lucas 4:2 dice, “por 40 días, … Y no comió nada en aquellos días, pasados los cuales, tuvo hambre.” Obviamente, en el tiempo que Jesús pasó en el desierto, ayunó la comida. Por eso, tuvo hambre. Por eso, la primera tentación del diablo fue para que Jesús usara su poder como Hijo de Dios para convertir una piedra en pan.

Jesús sabia que el ayuno es un arma de guerra espiritual muy poderoso. En momentos críticos, de gran trascendencia o de dura necesidad, el ayuno nos ayuda a concentrar todo nuestro ser en buscar a Dios, en encontrar Su fortaleza, Su voluntad, Su ayuda divina para situaciones difíciles. Un ayuno de búsqueda de Dios, y no simplemente de penitencia religiosa, es una herramienta espiritual que concentra más la oración, la respalda con mayor autoridad, la hace más eficaz y nos ayuda a conseguir la victoria.
 
Jesús sabía todo esto. Al entrar en un tiempo de fuerte tentación por el diablo, y antes de empezar Su nuevo ministerio de predicar las buenas nuevas acompañado de milagros, sanidades y liberaciones, El sabia que necesitaba la fuerza y la autoridad espirituales que solo un período prolongado de ayuno y oración Le podría otorgar. Y por eso ayunó la comida por 40 días y 40 noches.

Pero en ese tiempo en el desierto, Jesús ayunó otras cosas también. Ayunó Su comodidad: ¿dónde descansaba, y se bañaba – dónde se refrescaba y dormía? El ayunó Su seguridad: el evangelio de Marcos dice que “estaba con las fieras” (1:13). El ayunó la compañía de familia y amigos: estuvo solo los 40 días, sin el aliento y el apoyo que éstos le podrían haber brindado.

El ayuno, entonces, no es una simple abstinencia a la comida por un periodo corto o largo de tiempo. Puede ser también una renuncia a unos malos hábitos, unos comportamientos inaceptables, unas palabras hirientes, hasta formas de pensar o de sentir que no agradan a Dios. El ayuno puede ser de actitudes del corazón, actitudes de pesimismo y de quejas, de ira y amargura, o de egoísmo. 

El ayuno tampoco es una negación personal simplemente por cumplir con el gesto externo. Debe ser practicado con el propósito de acercarnos más a Dios, buscando Su verdad, Su fuerza, Su dirección, y Su ayuda.

El ayuno, aunque se da en un momento específico como “un sacrificio entregado”, también debe hacer parte de “una vida de sacrificio”. En Isaías 58, Dios a través del profeta explicó al pueblo de Israel la diferencia entre el ayuno que éste Le ofrecía, y el ayuno verdadero que El quería:

“… He aquí que en el día de vuestro ayuno buscáis vuestro propio gusto, y oprimís a todos vuestros trabajadores. He aquí que para contiendas y debates ayunáis y para herir con el puño inicuamente … ¿Es tal el ayuno que yo escogí, que de día aflija el hombre su alma, que incline su cabeza como junco, y haga cama de cilicio y de ceniza? ¿Llamareis esto ayuno, y día agradable a Jehová?”

Con las expresiones externas del ayuno – no comer, la cabeza inclinada, la cama de cilicio y de ceniza – con estas expresiones sí cumplía el pueblo. Pero al mismo tiempo vivían vidas egoístas, oprimiendo y peleando con violencia entre ellos. Dios les quería enseñar un camino mejor: el “sacrificio” de un ayuno no sirve de nada, no es aceptado delante de Él, si no es acompañado de “una vida de sacrificio”.

“¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo? ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano? … Entonces invocaras, y te oirá Jehová; clamaras, y dirá el: Heme aquí. Si quitares de en medio de ti el yugo, el dedo amenazador, y el hablar vanidad, y si dieres tu pan al hambriento, y saciares al alma afligida, en las tinieblas nacerá tu luz, y tu oscuridad será como el mediodía.”

¿Queremos ser escuchados por Dios? ¿Queremos vivir en luz y salvación, justicia y gloria? Entonces tenemos que ayunar no solo unas comidas, sino también nuestro egoísmo, nuestras injusticias, nuestras contiendas, nuestra violencia. Tenemos que vivir vidas santas, viviendo en y ofreciendo libertad, compartiendo con los necesitados, libres de juicio y de vanidad. Vivir así, ofreciendo así nuestros ayunos, esto es aceptable y agradable delante de Dios.

Amados: tomemos un tiempo en oración para preguntarle a Dios si hay algo en nuestras vidas, además de la comida, que El quisiera que ayunáramos en estos días. Que Él nos enseñe y nos ayude a ayunar como El ha escogido, como a Él le agrada; para que nuestra voz sea oída en lo alto (vs.4,5); y para que “Jehová te pastoreará siempre, y en las sequias saciará tu alma, y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan.” (v.11)

Amados: mañana es domingo. Según la tradición cuaresmal, los domingos representan pequeñas “resurrecciones”, apuntando a la suprema Resurrección de Jesucristo hace 2000+ años, y no hacen parte de los 40 días literales de la Cuaresma. Gocémonos con gratitud de corazón mañana, domingo – y si quieren, lean el Salmo 84 y escuchen una canción de Marcos Brunet llamada Cuánto Más Te Conozco (del CD-Hogar Dulce Hogar) en la siguiente dirección de YouTube [ Click Aquí ]:

Que tengan un hermoso día de adoración, de descanso y de gozo en la presencia de Dios.

Si Dios quiere, nos volveremos a encontrar el lunes, Día 5 de la Cuaresma.
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