Semáforos en Rojo

Semáforos en Rojo

¿Alguna vez te has sentido así?

Como si fueras un pájaro, sentado y esperando en un semáforo en rojo.

Ves tantas otras aves volando libre y felizmente a tu alrededor, ocupadas en sus asuntos. 

Pero tú te sientes atrapado en tu semáforo en rojo, anhelando que cambie a verde para que tú también finalmente puedas volar.

Quieres volar a un nuevo hogar, una nueva relación, un nuevo trabajo, un nuevo propósito en la vida, un nuevo futuro, porque te sientes atado y atrapado donde te encuentras actualmente y cómo vives actualmente.

 

¿Por qué tarda tanto este cambio de luz? 

¿Alguna vez cambiará?

¿Por qué la luz aparentemente es verde para todos los demás, pero roja para mí?

¿Debería simplemente ignorar la luz roja y volar de todos modos?

 

Qué difícil, qué desesperadamente difícil es aceptar las luces rojas en nuestras vidas: simplemente sentarnos, estar quietos y en silencio, y esperar pacientemente... cuando anhelamos tanto que esas luces rojas se volvieran verdes para que nosotros también pudiéramos volar.

 

Amigo: no estás solo, muchas personas, pasadas y presentes, se han sentido y aún se sienten así.

 

“¡Cómo quisiera tener las alas de una paloma y volar hasta encontrar reposo!

Me iría muy lejos de aquí; me quedaría a vivir en el desierto.

Presuroso volaría a mi refugio, para librarme del viento borrascoso y de la tempestad.”

~Salmo 55:6-8

 

“¿Hasta cuándo, Señor, me seguirás olvidando?

¿Hasta cuándo esconderás de mí tu rostro?

¿Hasta cuándo he de estar angustiado y he de sufrir cada día en mi corazón?…

Señor y Dios mío, mírame y respóndeme; ilumina mis ojos.

Así no caeré en el sueño de la muerte…

Pero yo confío en tu gran amor; mi corazón se alegra en tu salvación.

Canto salmos al Señor.

¡El Señor ha sido bueno conmigo!”

~Salmo 13

 

Los semáforos en rojo, a menos que estén rotos, siempre en algún momento se volverán verdes. 

Para nosotros, el tiempo de espera parece demasiado largo.

Nos sentimos olvidados, invisibles, no escuchados, sin respuestas en nuestros cuestionamientos y luchas y tristeza diaria.

Pero el amor inagotable del SEÑOR es digno de confianza.

Su segura salvación trae gozo al corazón.

Él es digno de alabanza, porque ha sido y es bueno con nosotros.

 

Así que amig@: aguanta, y no te rindas.

Sigue sentado y esperando, y confiando en que tu propio semáforo rojo - algún día cuando sea mejor para ti - se volverá verde y te permitirá tomar vuelo.

+ REFLEXIONES PARA LEER