He Aqui, Yo Estoy a la Puerta y Llamo - Jesus

He Aqui, Yo Estoy a la Puerta y Llamo - Jesus

Miércoles, septiembre 4 del 2013

En mi reflexión pasada, compartí acerca de los portones antiguos de la Ciudad Amurallada en Cartagena – portones magníficos, pero cerrados a la persona común y corriente visitando la ciudad. Mientras que la puerta al cielo, que es Jesús, es una puerta sencilla pero siempre abierta a cualquiera que quiera entrar por ella.

Hoy sigo reflexionando y escribiendo sobre esos portones y esas puertas, pero enfocada en las aldabas puestas en ellos …

Primero: ¿qué es una aldaba? Según la enciclopedia libre Wikipedia, “una aldaba es una pieza articulada de metal situada en las puertas exteriores de las casas que, dando golpes, servía para llamar a sus ocupantes.”

De esas aldabas había muchas en la Ciudad Antigua de Cartagena, y de todos los tamaños y de muchos estilos. Al andar por las calles, mi hija Catherine y yo encontramos y tomamos fotos de leones y tigres, iguanas y lagartijas y loras, peces y caballos de mar y estribos, sirenas y monjitas y viejitos, hasta urnas y manos – cada una, en tiempos pasados, invitando a ser golpeada para llamar a los habitantes de la casa – hoy en día, cada una también una curiosidad ornamental, una pieza revelando la mentalidad y la personalidad de los ocupantes del hogar.

Investigando un poco, descubrí que las aldabas más grandes y elaboradas, sobre todo los leones y los tigres, representaban familias importantes y pudientes de la ciudad. Otras aldabas, como las de los peces y los estribos, representaban familias mercantiles. Y otras, como unas manos pequeñas, eran de familias más humildes.

     

También descubrí que el número de golpes que uno daba con la aldaba tenía su ciencia: menos golpes de parte de la visita significaban una relación más distante, y más golpes una relación más cercana. Normalmente, un solo golpe significaba que un extraño o un negociante estaban en la puerta – y hasta cuatro golpes significaban que un amigo o un familiar muy cercano estaban de visita.

Ver todo esto y entenderlo algo mejor, me hizo recordar lo que Jesús dijo en Apocalipsis 3:20 = “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.”

Yo visualizo a Jesús parado como todo un caballero en la puerta de nuestros corazones. El toca y llama, y espera que Lo oigamos y que vayamos a abrirle para que pueda entrar y para que podamos cenar juntos. Quizás está parado en un portón muy majestuoso – quizás en una puerta muy modesta. Quizás tiene una hermosa aldaba en forma de león en la mano – quizás está golpeando con una aldaba de una pequeña y sencilla urna. Pero sean la puerta y la aldaba de nuestros corazones como sean, a Jesús no Le importa. El se para en cualquiera y en todas las puertas – El toma cualquier aldaba en la mano – y si no hay aldaba, toca con Su propia mano. Pero seguramente allí está, tocando, llamando, y esperando que todos nosotros le abramos nuestro corazón para que podamos estar y cenar juntos con Él. Como dijo el apóstol Pablo a su fiel discipulado Timoteo = Jesús “… quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre …” (1 Timoteo 2:4,5)

Amig@: ¿has escuchado el toque de Jesús en la puerta de tu corazón? ¿has oído Su voz llamándote, y pidiendo que Le abras? ¿lo has hecho? Por experiencia personal, te aseguro que no hay nada mejor que invitar a Jesucristo a entrar en tu vida, a sentarse para quedarse, y a comer juntos. “El me ha traído a la sala del banquete, y su estandarte sobre mí es el amor.” (Cantares 2:4) 

Y puedes estar confiado que no va a tocar solo una vez – Él te ama, y seguramente dará al menos cuatro golpes en la puerta de tu corazón para asegurarte que Él es un amigo cercano quien está pidiendo entrada.

     
+ REFLEXIONES PARA LEER