Una Pintura de Mi Misma

Una Pintura de Mi Misma

Sábado, mayo 5 del 2012

Esta semana en la Reunión del Equipo Pastoral de nuestra iglesia, hablamos acerca de Marcos 3:13-15. Anotamos que Jesús, al establecer a Sus doce apóstoles, primero los llamó “a Sí … para que estuviesen con Él” – y después los envió a predicar, a sanar enfermedades y a echar fuera demonios. Lo primordial era “estar” con Jesús – luego venia “el hacer, el trabajar y el obrar” para Él. Él quería un equilibrio en la vida: tanto en el “ser” como en el “hacer”, tanto en el tiempo que se invierte con Dios, como en el tiempo que se invierte con la gente en el mundo – pero siempre recordando que el “ser” tiene que venir primero, que del “ser” fluye el “hacer”. 

Esa reflexión me volvió a recordar las imágenes de la pintura y del vitral mencionadas en una cita del reconocido autor Phillip Yancey, en su libro “El Corazón del Artista”, donde dice: “Tensiones y ansiedades arden dentro de mí en el momento que se me olvida que estoy viviendo mi vida para un público de uno, que es Cristo – (cuando) me deslizo a una vida que busca hacerse valer en un mundo competitivo. Anteriormente, mi mayor motivación en la vida era pintar una pintura de mi mismo, llena de colores fuertes y significados profundos, para que todos los que la vieran fuesen impresionados. Ahora, sin embargo, descubro que mi rol es ser un espejo, para reflejar el brillo de la imagen de Dios a través de mí. O quizás la metáfora del vitral sería mejor, porque así Dios podría relucir a través de mi personalidad y mi cuerpo.”

Volví a pensar en la idea de ser pintora, elaborando una pintura de mi misma; o quizás de ser escritora, redactando mi autobiografía. Yo, haciendo – yo, pintándome de la mejor manera posible, con colores fuertes y vivos, con figuras dinámicas y significados profundos – yo, escribiendo de mi vida en palabras llamativas y pintorescas, contando historias de bienestar y victoria, destacando mi buen carácter y mis buenas obras – yo, queriendo relucir y sobresalir – yo, queriendo impresionar – yo, buscando la admiración y los aplausos de la gente. Pero, como descubrió y escribe Yancey, ¿ése es mi rol en la vida? ¿Debo estar dedicando mi tiempo esforzándome a producir una pintura reluciente de mi misma?

Y me acordé de dos pasajes bíblicos que tienen que ver con este tema:

1 Corintios 1:26-29,31 dice: “Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia … para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor.”

Jeremías 9:23,24 dice: “Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová.”

Como dice Yancey, pintar una pintura de mi misma no es mi rol en esta tierra, y no debe ser la motivación que me mueve. Dios me escogió a mí, no por mi sabiduría, ni por mi poder, ni por mi noble nacimiento; me llamó a mí, no por mi valentía, ni por mis riquezas. Me escogió a mí, “necia”, y “débil”, “vil” y “menospreciada” como soy, para avergonzar a los sabios y a los fuertes. Me escogió a mí así, para que no me jacte en Su sublime presencia, sino que me gloriara solo en Él. ¿Cómo entonces me atrevería a pintar una pintura de mi misma, o de escribir mi auto-biografía, cuando es Dios que merece ser pintado, cuando solo es Él que es digno de una biografía?
 
Debo pensar en y procurar más bien ser un vitral …
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