Un Homenaje a Mi Madre en el Dia de la Madre

Un Homenaje a Mi Madre en el Dia de la Madre

Domingo, 11 de mayo del 2014

 

En el Día del Padre del año pasado escribí un homenaje a mi Papá. Fue un verdadero honor poner mis pensamientos y mis sentimientos para él en palabras y publicarlas en mi pagina web para que todo el mundo las leyera. Este año, en el Día de la Madre, quisiera escribir un homenaje a mi Mamá. Pero estoy tropezando y me estoy atascando en el esfuerzo. No – definitivamente no – porque no hay nada notable o especial para decir acerca de ella. Por lo contrario.

 

La cosa es, cuando pienso en mis padres y los 55 años que han sido casados y han vivido juntos, pienso en este versículo bíblico:

 

“… al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne; así que no son ya más dos, sino uno. Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.” (Marcos 10:6-9)

 

Yo pienso en como, hace 55 años, mi Papá dejó a su madre, y como mi Mamá dejó a su padre y su madre – pienso en como los dos fueron unidos en matrimonio en Austria – pienso en como emigraron al Canadá a los pocos meses para construir una nueva vida juntos, solos los dos – y pienso en como en todos estos años verdaderamente han vivido juntos, nunca han sido separados, han vivido como una sola carne.

 

Cuando paro a reflexionar sobre los dos, obviamente me doy cuenta que son diferentes.

 

Mi Mamá se destaca por su dedicación y su diligencia en todo lo que ella emprende, por su consideración y su atención tan paciente y amorosa a cada detalle, por su resiliencia y su perseverancia en medio de todas las dificultades y las tribulaciones de la vida. Mi Mamá es una luchadora y una sobreviviente, pero al mismo tiempo tiene un corazón humilde y tierno y compasivo.

 

Mi Mamá siempre estuvo y siempre ha estado 100% dedicada a su familia: siempre ha estado allí por nosotros, siempre dispuesta a escuchar y hablar y aconsejar. Una de mis memorias favoritas con ella es: llegar a la casa después del colegio cuando yo era niña, abrir la puerta, gritar: “¡Hola Mamá! ¡Ya llegué! ” y escucharle contestarme: “¡Hola Beverly! Ven y cuéntame de tu día en el colegio.” Siempre estaba “allí” por mi.

 

Mi Mamá siempre hacía que los eventos especiales familiares o culturales fueran “especiales” en mi casa: los cumpleaños, los aniversarios, las graduaciones, la Navidad, la Semana Santa. Todos los hitos de la vida siempre fueron planeados, preparados y celebrados con absoluto cuidado y amor. Eran señales visibles del valor y del significado tan profundos que cada persona y cada evento tenía en nuestras vidas. Así, unas tradiciones sólidas y especiales fueron creadas y establecidas en nuestro hogar, construidas alrededor del gran amor que nosotros sentimos los unos por los otros y todos por la vida. Eso fue por la mano de mi Mamá. Porque en muchos sentidos, después de Dios, mi Mamá fue el centro y el buje, el polo a tierra de nuestra familia y nuestro hogar.

 

Entonces sí, yo sé que mis padres son diferentes. Pero, por otro lado, han llegado a ser tan “una sola carne” a través de los años que han estado juntos, que al mismo tiempo son muy similares: piensan y sienten igual acerca de muchas cosas, disfrutan las mismas cosas, pueden sentarse y conversar por horas, hacen casi todo juntos. Para los que los conocen, sabrán que mis padres aun caminan y hablan iguales, ¡y hasta se parecen!

 

Entonces, todo esto para decir: mi homenaje a mi Mamá es un esfuerzo algo tropezado y atascado porque casi no sé como escribirlo distinto a lo que le escribí a mi Papá. Tantas cosas que escribí acerca de él, podría y debería escribir acerca de mi Mamá también. Lo que es verdad acerca de mi Papá, también lo es acerca de mi Mamá. Pero bueno, sigo adelante de todos modos. Y, si algunos pensamientos o palabras que comparto acerca de mi Mamá resultan similares a lo que le escribí a mi Papa, probablemente son idénticos – porque así de “una sola carne” se han vuelto mis padres después de casi toda una vida juntos.

 

Hace un tiempo leí estas palabras del famoso San Francisco de Asís, y pensé de una vez en mi madre.

 

“El que trabaja con las manos es un jornalero.

El que trabaja con las manos y con la mente es un artesano.

El que trabaja con las manos y con la mente y con el corazón es un artista.”

 

Mi mamá es austríaca de nacimiento y crianza. Durante y después de la Segunda Guerra Mundial, era una adolescente y una joven – queriendo estudiar una profesión, pero limitada por la situación de destrucción y ruina en un país europeo posguerra. La única opción para mi mamá fue un aprendizaje como modista – y así, después de unos años, llegó a ser una costurera capacitada. Aunque no era la carrera que hubiese querido estudiar y ejercer, aprendió  su oficio con determinación y entrega, con excelencia y con dignidad. Aparte de criar una familia, de manejar un hogar y una casa, trabajar como modista resultó siendo el “empleo” de mi mamá por casi toda su vida.

 

Todavía puedo ver en mi mente mi casa de crianza: arriba en la cocina, mi Mamá cocinando y horneando – el grato olor de los platos austríacos que cocinaba, el olor exquisito de las tortas y las galletas que horneaba. ¡Cuánto me hace falta comer y disfrutarlas! Y todavía puedo ver en mi mente el sótano de la casa: en un rinconcito de atrás, un cuartico pequeño de costura, lleno de toda variedad de telas, de tijeras, de alfileres y de hilos – y, obviamente, la máquina de coser de mi Mamá.  Cuando miro hacia atrás, casi no puedo recordar un artículo de ropa que mi Mamá no había hecho para cada uno en la familia – ella cosía casi todo lo que nos poníamos, aun nuestras chaquetas y nuestros abrigos de invierno. Ella también hacía manteles y carpetas para las mesas, y fundas para los cojines de los muebles de la casa. Hasta aprendió a coser cortinas y a tapizar muebles. Y cuando no estaba cosiendo, estaba tejiendo o bordando algo. ¡Una de mis memorias más preciosas es de ella, con cuidado y con paciencia, con creatividad y con amor, elaborando mi hermoso vestido de novia! Toda la ropa que nos poníamos, todo lo que había en la casa, gozaba del sello creativo de mi Mamá. Pero no solo eso: además de ser creativa, mi mamá ejercía su oficio con amor, con esmero, con excelencia y con dignidad. No era una simple jornalera, trabajando solo con las manos. Tampoco era solo una artesana, trabajando con las manos y la mente. Todo lo que mi mamá hacia lo trabajaba con las manos, con la mente y con el corazón. Mi mamá era, y sigue siendo, una verdadera artista: creando primero en la mente, y después elaborando con manos y corazón algo hermoso, excelente, digno de ser admirado y valorado.

 

Aprendí muchas cosas de mi mamá, viéndola coser y manejar una casa y criar una familia:

 

Aprendí que no hay ningún trabajo indigno, ningún oficio de la casa que no se puede y no se debe valorar, si se ejerce para Dios > Colosenses 3:23 dice: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.”

 

Aprendí hacer todo lo que hago – sea un trabajo por fuera de la casa, sea llevar una casa, sea criar unos hijos – con dedicación, con consideración y con atención a todos los detalles > Lucas 16:10 dice: “El que es fiel en lo muy poco, es fiel también en lo mucho; y el que es injusto en lo muy poco, también es injusto en lo mucho.” – y Mateo 25:21 dice: “… Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor.”

 

Aprendí a tener un aprecio y un orgullo sanos en lo que hago y ofrezco al Señor > Efesios 2:10 dice: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” – todos somos “hechura” de Dios: en el griego, “poiema”, y en español, poemas u obras de arte, creados por Él – Él nos hizo a Su imagen, y al terminar vio y dijo que toda su obra era buena en gran manera (Génesis 1:31) –  somos “poiemas” suyos creados para andar en buenas obras así como Él lo ha hecho, y lo sigue haciendo – y lo podemos y lo debemos hacer con una valoración y una estima sanas en todo lo que hacemos

 

Gracias, Mamá, por la persona que tú eres. Gracias por todo lo que has hecho por mí a través de los años. Gracias por tanto de “ti” que ha sido tan profundamente plantado en mi, y hoy hace gran parte del tejido de quien soy “yo”. Gracias por tu ejemplo de esfuerzo, de excelencia y de dignidad que ha marcado tan significativamente a mi vida – porque tu ejemplo me ha demostrado como es Dios: siempre creando y obrando con esmero, con excelencia, con hermosura y con honra.

 

Dice Levítico 19:32: “Delante de las canas te levantarás, y honrarás el rostro del anciano …”

 

Mamá: hoy, en el Día de la Madre, y todos los días, me levantaré y honraré tu rostro. Te amo.

 

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