Riquezas Enterradas

Riquezas Enterradas

Viernes, julio 11 del 2014

 

En un momento dado, viví una lucha interna el fin de semana que estuve en el Congreso de Soluciones Juveniles 2014 en Medellín con 13 jóvenes de nuestra iglesia.

 

Uno de los conferencistas, que prefiero dejar sin nombrar, dio su charla una noche. En mi opinión, empezó bien, y pude apreciar algunos pensamientos que compartió. Sin embargo, más adelante no estuve de acuerdo con muchas cosas que dijo. De todos modos, tomé la decisión de “apartar lo precioso de lo vil” (Jeremías 15:19), de separar el trigo de la cizaña (Mateo 13:24-30) en todo lo que habló, y pude sacar unas ideas que, para mi, fueron valiosas.

 

El conferencista empezó preguntando: En esta tierra en la cual vivimos, ¿dónde es que hay muchísima riqueza sin explotar? La repuesta que él dio fue, para mi, totalmente inesperada: la mayor riqueza sin explotar en esta tierra, según él, está en los cementerios – donde hay libros nunca escritos, canciones nunca compuestas, sueños nunca realizados, habilidades y dones nunca ejercitados. Mejor dicho, si nos muriéramos hoy, muchos de nosotros llevaríamos muchísima riqueza a la tumba.

 

Por lo contrario, cuando Jesucristo murió, Sus últimas palabras fueron “Consumado es.” – porque El, antes de morir, hizo todo lo que Su Padre le había pedido hacer. Jesús murió tanto vacío como completo: vacío porque en Su vida no quedó nada por hacer que debería de haber hecho, ninguna palabra sin decir, ninguna acción sin hacer, ninguna riqueza en su vida sin explotar; y completo porque sí hizo perfectamente la completa voluntad de Su Padre para Su vida. “Jesús les dijo (a Sus discípulos): Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra.” (Juan 4:34) Y así fue. Y por eso vivió y murió tanto vacío como completo.

 

Hasta allí llegué bien con el conferencista. Sin embargo, después, a mi parecer, se desvió para hablar de cosas que no sentía correctas. Pero como digo, hasta allí sí me confrontaron sus palabras:

 

¿Será que, en mi vida, hay mucha riqueza que irá a la tumba conmigo, simplemente porque yo nunca la exploté, nunca la desarrollé, nunca creí y confié lo suficiente en Dios para que El me ayudara y empoderara para hacer todo lo que quería que hiciera?

 

¿Será que, en mi vida, hay cosas que debería estar haciendo, o escribiendo, o compartiendo que he dejado de hacer – por temor, por inseguridad, por pereza, por orgullo, por egoísmo?

 

¿Será que, en mi vida, creo las palabras del apóstol Pablo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” (Filipenses 4:13)? ¿o no las creo?

 

¿Y tú, amig@? Ojala las riquezas en tu vida no queden sin explotar – y cuando mueras, no queden enterradas contigo en el cementerio. Porque ya hay demasiada riqueza enterrada allá. ¡Y qué gran pérdida sería ésa! 

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