H-O-P-E (Esperanza)

H-O-P-E (Esperanza)

Martes, Septiembre 2 del 2014

 

H-O-P-E. Esas son las cuatro letras de madera sentadas en la repisa de la ventana del apartamento de mis amigos en Surrey, British Columbia en el Canadá. Las letras miden unos 10cm y son pintadas en blanco. Allí sentadas, hacen un apropiado primer plano para el lindo centro de Surrey llamado City Central que se puede ver a través y detrás de ellas.

 

He estado mirando esas letras y meditando sobre esta palabra por un buen tiempo ya: H-O-P-E. ESPERANZA.

 

Su extrema blancura me recuerda que la ESPERANZA es algo puro y santo. Es la plena, confiada certeza de un niño de cosas deseadas y creídas, “la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1). Las letras hablan de posibilidades y promesas a mi corazón a veces lleno de desánimo y dudas, y me inspiran y me motivan a escoger una confianza santa aun cuando no puedo ver (especialmente cuando no puedo ver) lo que estoy creyendo.

 

Esas letras están allí sentadas en la repisa, silenciosamente y pacientemente, como es la ESPERANZA. La ESPERANZA espera. Y espera. Y espera. Y no se cansa en esperar silenciosamente y pacientemente. “Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos.” (Romanos 8:25) Me recuerdan y me animan a no dejarme por vencida, a perseverar, a “seguir siguiendo” – a guardar la confianza de que un día las cosas serán diferentes, las cosas serán mejores.

 

Esas letras están allí sentadas firmes y seguras, constantes e invariables. Estaban allí hace unos días cuando llegué. Y no se han movido ni han cambiado de lugar. Simplemente están allí, hablando seguridad y fuerza a mi corazón a veces lleno de ansiedad y temor. “Espere Israel a Jehová,
porque en Jehová hay misericordia,
y abundante redención con él.” (Salmo 130:7) ¡Si! La constancia de la ESPERANZA es como un ancla para mi alma que muchas veces está sacudida por tempestades.

 

Pero, al seguir mirando y pensando en esas cuatro letras (H-O-P-E), me doy cuenta que una está caída. La “H”, la “O” y la “E” están paradas verticales y rectas. Pero la “P” está inclinada, y está medio recostada sobre su lado redondo. Y a veces, la ESPERANZA misma es así. No siempre es perfecta, y parada derecha y firme. A veces la ESPERANZA titubea, y tropieza, y cae. A veces mi ESPERANZA está parada recta y segura en algunas áreas de mi vida, pero en otras está vacilando y naufragando. Pero entonces, como lo hizo el autor desconocido del Salmo 119, yo también digo, “Susténtame conforme a tu palabra, y viviré;
y no quede yo avergonzado de mi esperanza.” (Salmo 119:116) Y como dice el libro de Job, en 14:7-9, yo también escojo creer que “Porque si el árbol fuere cortado, aún queda de él esperanza;
retoñará aún, y sus renuevos no faltarán. Si se envejeciere en la tierra su raíz,
y su tronco fuere muerto en el polvo, al percibir el agua reverdecerá,
y hará copa como planta nueva.”

 

ESPERANZA. Sin ESPERANZA nos morimos. Puede ser que, a veces, no tengamos literalmente lo que necesitamos o lo que deseamos, o lo que creemos que necesitamos y deseamos – pero, aunque no parezca ser así, todo está bien. Pero cuando perdemos la ESPERANZA, cuando nuestra confianza en las promesas de que vendrán días mejores se marchita y no queda nada, cuando nuestra ESPERANZA se muere, nosotros también morimos.

 

ESPERANZA. Tener una ESPERANZA pura y santa, silenciosa y paciente, firme y constante, segura y erguida – eso no es nada fácil. De hecho es imposible, si no fuese por ese Alguien en el cual se nos manda esperar. “¿Por qué te abates, oh alma mía,
y por qué te turbas dentro de mí?
 Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
salvación mía y Dios mío.” (Salmo 43:5) Esperar solo en nosotros mismos, o en otros, o que nuestras circunstancias se cambien para bien, eso no nos llevará a nada – esa esperanza seguramente decepcionará y fallará. Pero esperar en el Señor del cielo y de la tierra, en el Dios Todopoderoso, en nuestro Salvador y nuestra salvación – esa ESPERANZA nunca decepcionará, y esa ESPERANZA nunca avergonzará (Romanos 5:5).

 

Por eso, tenemos que aprender a conocer ese Dios de ESPERANZA en el cual se nos manda esperar. Tenemos que ir a la Biblia, el libro que habla de Él, el libro que fue escrito para nuestra enseñanza, para animarnos a perseverar, para darnos ESPERANZA en el Dios de la ESPERANZA, en el Dios que nunca desilusiona y nunca defrauda y nunca falla (Romanos 15:4) Simplemente no hay otro camino. Como seres humanos, nosotros confiamos y esperamos en lo que o en aquel que conocemos. Lo que no conocemos, de eso dudamos y en eso no creemos. Entonces, cuando nuestra fe está cansada y débil, cuando la letra “P” en nuestra E-S-P-E-R-A-N-Z-A (H-O-P-E) se ha caído, en ese momento tenemos que abrir las Escrituras, y leer, y conocer mejor, y aprender a creer confiadamente en el Dios que declara que Él mismo es ESPERANZA.

 

Querid@ amig@: ¿estás luchando hoy? ¿luchando por creer que tu vida un día cambiará y mejorará? ¿luchando por seguir esperando, silenciosamente y pacientemente, una repuesta muy anhelada y ansiada? ¿luchando por perseverar y perdurar en medio de la confusión y el dolor y las dudas? ¿luchando por mantener una firme y constante ESPERANZA en tu corazón?

 

Querid@ amig@: ésta es mi oración por ti hoy. “Que el Dios de la esperanza los llene de toda alegría y paz a ustedes que creen en él, para que rebosen de esperanza por el poder del Espíritu Santo.” (Romanos 15:13) 

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