Simplemente Soltar, O Entregar

Simplemente Soltar, O Entregar

Miércoles, 21 de Enero 2015

 

Me desperté esta mañana pensando en los sueños.

 

No los sueños que tenemos por la noche, mientras dormimos. Sino los sueños que concebimos y cargamos en el corazón. Algunos son solo para nosotros mismos; otros son para los que amamos. Algunos hemos conservado por años; otros son más nuevos. Algunos, con profunda satisfacción y gratitud, hemos visto ricamente realizados; otros, muchas veces con un dolor constante, todavía anhelamos y esperamos que se realicen.

 

Es el comienzo de un nuevo año – quizás por eso estoy pensando en los sueños. Miro el año pasado, y doy gracias por esos sueños míos que se cumplieron. Y me pregunto si los que todavía cargo en mi corazón se realizarán este nuevo año…

 

Pero también estoy pensando en los sueños porque en estos primeros días del año 2015 a mis dos hijos, Andrew y Catherine, se cumplieron unos sueños:

 

Andrew siempre quiso pasar unas vacaciones con su familia extendida. Como eso no iba a pasar por el lado familiar mío (los pocos parientes que me quedan, además de mi papá y mi mamá en el Canadá, están en Austria), tuvo que darse por el lado familiar de mi esposo. Y eso sucedió, el primer fin de semana de este nuevo año, en Rivera Huila, cuando 24 hermanos y hermanas, sobrinos y sobrinas, e hijos de los sobrinos pasamos unos dos días juntos: hablando y recordando y riéndonos, jugando y paseando, comiendo y orando juntos. ¡Qué gran tiempo fue ese! ¡Gracias a Dios por un sueño hecho realidad!

 

Catherine siempre había querido volver a la ciudad de Pitalito donde nació: para verla, y para ver si se acordaba de algo en ese lugar. Hace unos días, después de muchos años de esperar, pudimos ir a visitar el pueblo como familia. Fue un hermoso viaje de ida y de venida. Pudimos caminar las calles y almorzar y tomar unas fotos con ella en su ciudad natal. ¡Fue otro gran día! ¡Gracias a Dios por otro sueño hecho realidad!

 

Pero la verdad es que no todos nuestros sueños se cumplen. De hecho, muchos no. Porque, aunque creemos que los sueños que tenemos para nosotros mismos y para los que amamos son buenos, nuestros pensamientos y nuestros caminos no son los pensamientos y los caminos de Dios – Sus pensamientos y Sus caminos siempre son más altos y mejores que los nuestros (Isaías 55:8-9). Así que, cuando algunos o muchos de los sueños que atesoramos simplemente nos se realicen, tenemos que creer y confiar que los sueños de Dios para con nosotros son mucho más grandes y profundos.

 

¿Pero qué hacemos entonces con todos nuestros sueños? Esos sueños que son tan parte de lo que somos, esos sueños a los cuales nos aferramos tanto, esos sueños que tan desesperadamente queremos ver realizados. ¿Simplemente los soltamos? ¿Así no más?

 

Pensé en mis propios sueños, para mi misma y para los que amo. ¿Simplemente los arranco de mi corazón, y ya? ¿Simplemente los dejo en algún lugar y me voy? ¿Simplemente trato de seguir con mi vida, decepcionada y frustrada y vacía por todo lo que he renunciado?

 

¿O puedo hacer algo distinto, algo mejor? ¿No puedo entregar mis sueños a Jesús, dejarlos al pie de Su cruz, en humildad y obediencia y confianza?  ¿No los puedo entregar al Dios quien me creó, quien me conoce, quien me ama – cuyos pensamientos y planes para mi son para bien y no para mal, para darme una esperanza y un futuro (Jeremías 29:11)? ¿En humildad no puedo dejar mis sueños delante de El quien conoce lo que es mejor para mi, y confiar que El me dará lo mejor, aun y especialmente si lo que es mejor no es lo que yo pienso que debería ser?

 

¡Si! Simplemente soltar reproduce más tristeza e ira y dolor. Pero entregar, y entregar ante Jesús cuya bondad y benevolencia son infinitas para los que Le aman – eso sí es mucho más sanador y regenerador.

 

O Dios: hoy, por más difícil que sea negarme a mi misma y entregar mis sueños a Ti, mi voluntad y mi espíritu así lo escogen hacer. Escojo renunciar a y soltar mis propios deseos y esperanzas – no simplemente soltarlos así no más, pero entregarlos al pie de la cruz de Jesús en toda humildad y obediencia. Y escojo tomar Tus sueños y anhelos para mi vida, confiada de que “a los que aman a Dios, TODAS LAS COSAS les ayudan a BIEN…” (Romanos 8:28) 

 

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