*Salmo 33:6

*Salmo 33:6

Martes, Agosto 9 del 2016

 

Siempre me pasa.

 

Hablo, y no sucede nada. Nada.

 

Nadie me contesta. Nadie se mueve. Nadie hace nada.

 

De hecho, parece que ni me han escuchado. Y menos que hayan tenido la intención de responder o de cumplir con lo que les pedí o mandé hacer.

 

¡Yo soy “La Mujer Invisible” de Nicole Johnson!

 

Todos estos pensamientos me revoloteaban por la mente cuando llegué al Salmo 33:6:

 

“Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos,

Y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca.”

 

¡Que diferencia! Yo hablo – y no sucede nada. Dios habla, ¡y se hace! ¡Así de sencillo!

 

Inmediatamente pensé en el primer capítulo de Génesis al empezar a reflexionar sobre este versículo.

 

Génesis 1:1 establece claramente el “cuándo”, el “quién” y el “qué” de la Creación:

 

“En el principio creó Dios los cielos y la tierra…”

 

Luego, Génesis 1:6-8 habla específicamente de Dios creando “los cielos” en el segundo día:

 

“Luego dijo Dios: Haya expansión en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas. E hizo Dios la expansión, y separó las aguas que estaban debajo de la expansión, de las aguas que estaban sobre la expansión. Y fue así. Y llamó Dios a la expansión Cielos. Y fue la tarde y la mañana el día segundo.”

 

Y Génesis 1:14-19 habla de El formando el sol, la luna y las estrellas – “todo el ejercito de ellos” – en el cuarto día:

 

“Dijo luego Dios: Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche; y sirvan de señales para las estaciones, para días y años, y sean por lumbreras en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra. Y fue así. E hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche; hizo también las estrellas. Y las puso Dios en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra, y para señorear en el día y en la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno. Y fue la tarde y la mañana el día cuarto.”

 

¿Viste? ¿Te diste cuenta? ¿Leíste lo suficientemente bien para captarlo?

 

“Luego dijo Dios… Y fue así…” – “Dijo luego Dios… Y fue así…”

 

Cada vez que Dios habló durante la Creación – cada vez que El abrió la boca para decir algo – “fue así”: sucedió exactamente como El lo había mandado. Así como lo dice el Salmo 33:6: “Por la palabra de Jehovah… y… por el aliento de Su boca” – la Creación existió.

 

¡Dios habló, y todo y todos escucharon y saltaron a obedecerle!

 

Luego, me acordé de una historia del Nuevo Testamento de un centurión de Capernaum quien vino a visitar a Jesús y Le rogó a favor de su criado “postrado en casa, paralítico, [y] gravemente atormentado” (Mateo 8:5-13). Cuando Jesús ofreció ir y sanarlo, el centurión respondió: “Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará.” Porque él mismo era un hombre bajo autoridad, y porque él tenia a otros bajo su autoridad, el centurión entendía el poder de la palabra hablada. Cuando él decía “Ve” a uno de sus soldados o criados, ellos “iban”; si él les decía “Ven”, ellos venían; si él les decía “Haz esto”, ellos lo hacían. El entendía muy bien que Jesús solo tenia que decir la palabra, y así iba a ser: sucedería exactamente como Él lo había mandado.

 

¡Porque cuando Dios habla, todo y todos escuchan y saltan a obedecerle!

 

Y me acordé de otra historia del Nuevo Testamento, contada solo unos pocos versículos más adelante en el mismo capitulo ocho de Mateo: la historia de cuando Jesús calmó una gran tempestad en el mar. Mientras el barco en el cual estaba junto con Sus discípulos se estaba cubriendo por la olas, y mientras los discípulos temían perecer, Jesús simplemente se levantó de su sueño (¡!), “reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza. Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen?” Jesús mandó, y fue así: sucedió exactamente como Él lo había mandado. (vs.23-27)

 

¡Porque cuando Dios habla, todo y todos escuchan y saltan a obedecerle!

 

A través del profeta Isaías, Dios mismo declara:

 

“Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve,

y no vuelve allá,

sino que riega la tierra,

y la hace germinar y producir,

y da semilla al que siembra,

y pan al que come,

así será mi palabra que sale de mi boca;

no volverá a mí vacía,

sino que hará lo que yo quiero,

y será prosperada en aquello para que la envié.”

(Isaías 55:10-11)

 

Querid@ amig@:

 

¿Estas dudando que todo lo que existe jamás podría haber sido creado simplemente “por la palabra de Jehová”?

 

Como los discípulos de antaño, ¿tienes miedo que las tormentas en tu vida sean más allá de Su autoridad para ordenarlas a que Le obedezcan?

 

O como el centurión de Capernaum, ¿estás lleno de fe, creyendo que Jesús solamente tiene que declarar la palabra de sanidad – o provisión, o protección, o salvación – sobre tu vida, y así será?

 

Recuerda: la palabra de Dios sale de Su boca, y nunca volverá a Él vacía – siempre hará lo que Él quiere, y siempre será prosperada en aquello para que la envió.

 

¡Porque cuando Dios habla, todo y todos escuchan y saltan a obedecerle!

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