En El Horno de Fuego
Viernes, junio 7 del 2013
YO SE. Conoces muy bien la historia. Desde niño la has conocido. Pero te invito a que, aun así, la vuelvas a leer, y trates de visualizar y escuchar y oler y sentir todo lo que ocurrió en ese entonces.
Era alrededor del año 600 a.C. La ciudad judía de Jerusalén había sido sitiada por Nabucodonosor rey de Babilonia. De los hijos de Israel, del linaje real de los príncipes, fueron deportados al palacio del rey entre otros: Daniel, Ananías, Misael y Azarías. Eran “muchachos en quienes no hubiese tacha alguna, de buen parecer, enseñados en toda sabiduría, sabios en ciencia y de buen entendimiento, e idóneos para estar en el palacio del rey” (Daniel 1:4). Allá en Babilonia, recibieron nombres nuevos: Daniel fue llamado “Beltasar” – Ananías, “Sadrac” – Misael, “Mesac” – y Azarías, “Abed-nego”.
Un día, el rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro y mandó a que todos los pueblos y naciones y lenguas se postraran y adoraran la estatua que él había levantado. Los que no lo hicieran, serian echados dentro de un horno de fuego ardiendo. Como era de esperar, todos los pueblos, por temor, obedecieron el mandato del rey.
Solo Sadrac, Mesac y Abed-nego, los tres varones judíos que el rey había puesto sobre los negocios de la provincia de Babilonia, no se postraron y adoraron la estatua de oro. “Estos varones, oh rey, no te han respetado; no adoran tus dioses, ni adoran la estatua de oro que has levantado.” (3:12)
“Habló Nabucodonosor y les dijo: ¿Es verdad, Sadrac, Mesac y Abed-nego, que vosotros no honráis a mi dios, ni adoráis la estatua de oro que he levantado? … ¿estáis dispuestos para que … os postréis y adoréis la estatua que he hecho? Porque si no la adorareis, en la misma hora seréis echados en medio de un horno de fuego ardiendo; ¿y qué dios será aquel que os libre de mis manos? Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor diciendo: “… He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado.” (3:14-18)
¿Qué pasó después de semejante desafío al rey? Nabucodonosor se llenó de ira. Ordenó que el horno se calentase siete veces más de lo acostumbrado. Mandó a hombres muy vigorosos de su ejército que atasen a los tres varones. Los ataron con toda su ropa puesta. Y fueron echados al horno de fuego ardiendo.
¿Y luego qué pasó? “Entonces el rey Nabucodonosor se espantó, y se levantó apresuradamente y dijo a los de su consejo: “¿No echaron a tres varones atados dentro del fuego?” Ellos respondieron al rey: “Es verdad, oh rey.” Y él dijo: “He aquí yo veo cuatro varones sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño: y el aspecto del cuarto es semejante a hijo de los dioses.”” (3:24,25) Aunque solo la llama del fuego mató a los soldados que habían alzado a Sadrac, Mesac y Abed-nego al horno, ¡milagrosamente el fuego no tuvo poder alguno sobre los cuerpos de los tres varones judíos, ni aun el cabello de ellos se había quemado, sus ropas estaban intactas, y ni siquiera olor de fuego tenían!
Aunque entraron a un horno de fuego ardiendo siete veces más de lo acostumbrado, ni sus cuerpos ni su ropa se quemaron, ni siquiera olían a quemados, ni sufrieron ningún daño. Aunque fueron echados atados, en el horno se paseaban sueltos. Aunque entraron tres, en medio del fuego fueron acompañados por otro varón, “semejante a hijo de los dioses”.
“¿Qué dios será aquel que os libre de mis manos?”, había declarado con altivez el rey Nabucodonosor antes de echar a Sadrac, Mesac y Abed-nego al horno de fuego. Al ver el milagro de salvación, “Entonces Nabucodonosor dijo: “Bendito sea el Dios de ellos, de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió su ángel y libró a sus siervos que confiaron en él, y que no cumplieron el edicto del rey, y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que su Dios … no hay dios que pueda librar como éste.” (3:28)
Ananias, Misael y Azarias: los nombres originales hebreos de Sadrac, Mesac y Abed-nego. Ananias significa “Yahweh es lleno de gracia” – Misael significa “¿Quién como Dios?” – y Azarias significa “Yahweh ha ayudado”. Sadrac, Mesac y Abed-nego eran tres varones que – aun deportados a una nación pagana, lejos de su país, su lengua, su cultura, y sus familias – vivieron el significado de sus nombres. ¿Quién como Dios, lleno de gracia, quien ha ayudado? Ni el rey de Babilonia, ni el horno de fuego ardiendo, ni ataduras, ni soldados muy vigorosos Le quedaron demasiado grandes para que no pudiese librar y salvar a Sus siervos que decidieron obedecer y adorarle solo a Él.
Amig@: ¿sientes hoy que estás en un horno de fuego ardiendo? ¿que en cualquier momento las llamas te van a consumir vivo? CONFIA EN DIOS – EL TE PUEDE SALVAR. Aunque ya sientas el calor del fuego que te quiere matar, aunque te sientas atado de manos y pies, aunque sientas que fuerzas mayores que las tuyas estén listas para echarte a tu ruina – DIOS PUEDE LIBRARTE DE LAS MANOS DE TU ENEMIGO. Solo adórale y sírvele y obedécele a Él por sobre todas las cosas, por sobre todos los demás dioses que tienes en tu vida. Solo Él es “el Dios Altísimo … ¡Cuán grandes son sus señales, y cuán potentes sus maravillas!” (4:2,3)
Amig@: ¿Quién como Dios, lleno de gracia, quien te puede ayudar? Sadrac, Mesac y Abed-nego Lo vieron y lo vivieron. Hoy, tú también Lo puedes ver y lo puedes vivir.
+ REFLEXIONES PARA LEER
YO SE. Conoces muy bien la historia. Desde niño la has conocido. Pero te invito a que, aun así, la vuelvas a leer, y trates de visualizar y escuchar y oler y sentir todo lo que ocurrió en ese entonces.
Era alrededor del año 600 a.C. La ciudad judía de Jerusalén había sido sitiada por Nabucodonosor rey de Babilonia. De los hijos de Israel, del linaje real de los príncipes, fueron deportados al palacio del rey entre otros: Daniel, Ananías, Misael y Azarías. Eran “muchachos en quienes no hubiese tacha alguna, de buen parecer, enseñados en toda sabiduría, sabios en ciencia y de buen entendimiento, e idóneos para estar en el palacio del rey” (Daniel 1:4). Allá en Babilonia, recibieron nombres nuevos: Daniel fue llamado “Beltasar” – Ananías, “Sadrac” – Misael, “Mesac” – y Azarías, “Abed-nego”.
Un día, el rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro y mandó a que todos los pueblos y naciones y lenguas se postraran y adoraran la estatua que él había levantado. Los que no lo hicieran, serian echados dentro de un horno de fuego ardiendo. Como era de esperar, todos los pueblos, por temor, obedecieron el mandato del rey.
Solo Sadrac, Mesac y Abed-nego, los tres varones judíos que el rey había puesto sobre los negocios de la provincia de Babilonia, no se postraron y adoraron la estatua de oro. “Estos varones, oh rey, no te han respetado; no adoran tus dioses, ni adoran la estatua de oro que has levantado.” (3:12)
“Habló Nabucodonosor y les dijo: ¿Es verdad, Sadrac, Mesac y Abed-nego, que vosotros no honráis a mi dios, ni adoráis la estatua de oro que he levantado? … ¿estáis dispuestos para que … os postréis y adoréis la estatua que he hecho? Porque si no la adorareis, en la misma hora seréis echados en medio de un horno de fuego ardiendo; ¿y qué dios será aquel que os libre de mis manos? Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor diciendo: “… He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado.” (3:14-18)
¿Qué pasó después de semejante desafío al rey? Nabucodonosor se llenó de ira. Ordenó que el horno se calentase siete veces más de lo acostumbrado. Mandó a hombres muy vigorosos de su ejército que atasen a los tres varones. Los ataron con toda su ropa puesta. Y fueron echados al horno de fuego ardiendo.
¿Y luego qué pasó? “Entonces el rey Nabucodonosor se espantó, y se levantó apresuradamente y dijo a los de su consejo: “¿No echaron a tres varones atados dentro del fuego?” Ellos respondieron al rey: “Es verdad, oh rey.” Y él dijo: “He aquí yo veo cuatro varones sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño: y el aspecto del cuarto es semejante a hijo de los dioses.”” (3:24,25) Aunque solo la llama del fuego mató a los soldados que habían alzado a Sadrac, Mesac y Abed-nego al horno, ¡milagrosamente el fuego no tuvo poder alguno sobre los cuerpos de los tres varones judíos, ni aun el cabello de ellos se había quemado, sus ropas estaban intactas, y ni siquiera olor de fuego tenían!
Aunque entraron a un horno de fuego ardiendo siete veces más de lo acostumbrado, ni sus cuerpos ni su ropa se quemaron, ni siquiera olían a quemados, ni sufrieron ningún daño. Aunque fueron echados atados, en el horno se paseaban sueltos. Aunque entraron tres, en medio del fuego fueron acompañados por otro varón, “semejante a hijo de los dioses”.
“¿Qué dios será aquel que os libre de mis manos?”, había declarado con altivez el rey Nabucodonosor antes de echar a Sadrac, Mesac y Abed-nego al horno de fuego. Al ver el milagro de salvación, “Entonces Nabucodonosor dijo: “Bendito sea el Dios de ellos, de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió su ángel y libró a sus siervos que confiaron en él, y que no cumplieron el edicto del rey, y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que su Dios … no hay dios que pueda librar como éste.” (3:28)
Ananias, Misael y Azarias: los nombres originales hebreos de Sadrac, Mesac y Abed-nego. Ananias significa “Yahweh es lleno de gracia” – Misael significa “¿Quién como Dios?” – y Azarias significa “Yahweh ha ayudado”. Sadrac, Mesac y Abed-nego eran tres varones que – aun deportados a una nación pagana, lejos de su país, su lengua, su cultura, y sus familias – vivieron el significado de sus nombres. ¿Quién como Dios, lleno de gracia, quien ha ayudado? Ni el rey de Babilonia, ni el horno de fuego ardiendo, ni ataduras, ni soldados muy vigorosos Le quedaron demasiado grandes para que no pudiese librar y salvar a Sus siervos que decidieron obedecer y adorarle solo a Él.
Amig@: ¿sientes hoy que estás en un horno de fuego ardiendo? ¿que en cualquier momento las llamas te van a consumir vivo? CONFIA EN DIOS – EL TE PUEDE SALVAR. Aunque ya sientas el calor del fuego que te quiere matar, aunque te sientas atado de manos y pies, aunque sientas que fuerzas mayores que las tuyas estén listas para echarte a tu ruina – DIOS PUEDE LIBRARTE DE LAS MANOS DE TU ENEMIGO. Solo adórale y sírvele y obedécele a Él por sobre todas las cosas, por sobre todos los demás dioses que tienes en tu vida. Solo Él es “el Dios Altísimo … ¡Cuán grandes son sus señales, y cuán potentes sus maravillas!” (4:2,3)
Amig@: ¿Quién como Dios, lleno de gracia, quien te puede ayudar? Sadrac, Mesac y Abed-nego Lo vieron y lo vivieron. Hoy, tú también Lo puedes ver y lo puedes vivir.